NURIA CUADRADO
Del dicho al hecho hay un trecho. O eso dicen. Y quiero saber cuál y cómo es: si largo o corto, ancho o estrecho, con recovecos o despejado. Quiero saber cuál es el trecho que separa las palabras del nuevo conseller Joan Manuel Tresserras de las que serán sus futuras acciones como abanderado de las políticas culturales de la Generalitat.
Y es que recientemente, en una entrevista que concedió a este diario, el conseller aseguraba que cultura catalana es tanto la que hace quien acaba de llegar, como quien se estableció hace medio siglo o quien puede presumir de una familia instalada desde hace muchas generaciones en tierras catalanas; aseguraba Tresserras, por lo tanto -o eso creí yo entender-, que cultura catalana no es sólo la que se escribe o se canta en catalán sino también la que se hace en castellano, en árabe o filipino. Y ante ese discurso, tengo que reconocer que, además de quitarme el sombrero, me quedo sin posible réplica o crítica. Sólo encuentro una y es en términos de posibilismo: ver como la acción de gobierno de Joan Manuel Tresserras convierte ese dicho en hechos.
Desde el Institut Català de les Indústries Culturals (ICIC) en esta última etapa, la de los años del primer tripartito, primero con Caterina Mieras y luego con Ferran Mascarell, se ha apoyado económicamente -no hablamos sólo de subvenciones sino también de ayudas reintegrables o créditos- a los proyectos culturales indistintamente de la lengua en que estaban construidos. Y esta política de ayudas se ha construido bajo el criterio -a mi entender, de peso- de que la discriminación positiva hacia el catalán (que, seguramente, es necesaria en determinados ámbitos) correspondía a otros órganos de la Generalitat, los dedicados a las políticas lingüísticas, más que a los responsables de las políticas culturales.
Pero, ahora, con la llegada de Esquerra Republicana a la conselleria de Cultura es de suponer que además de un relevo en la dirección del Institut -el pasado lunes cesaron a Xavier Marcé y nombraron al economista Antoni Lladó- las cosas cambiarán y no sólo porque el perfil de quien han puesto al mando de la naves es totalmente distinto: Lladó parece más un hombre pensado para ejecutar y gestionar que para idear políticas culturales, lo que se suponía era uno de lospuntos fuertes de Marcé. Ahora, aunque el conseller defienda públicamente que cultura catalana es toda la que hace quien vive y trabaja en Cataluña -célebre frase-, habrá que ver si la conselleria también apuesta por ayudar económicamente -con créditos y subvenciones- a esa cultura catalana concebida con criterio amplio o tan sólo a aquella parte de la cultura catalana que esté vehiculada en catalán.
Será entonces, y sólo entonces, cuando se verá el trecho que separa el dicho del hecho del conseller Tresserras. Cuando sabremos cuál es el verdadero talante de la nueva conselleria de Cultura.Porque los hechos quedan pero las palabras, muchas veces, acaba por llevárselas el viento.
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