F. M. Enviado especial
MANCHESTER.-
Steven Gerrard se acercó a la habitación de Joey Barton y le dejó en la puerta una copia de su autobiografía. Dedicada, por supuesto. Fue uno de esos gestos que sólo los capitanes, los jugadores con autoridad, son capaces de desplegar para aplacar los ánimos de los jovencitos bravucones que enturbian el ambiente. Gerrard (Liverpool) y Frank Lampard (Chelsea) escribieron su vida tras el fracaso en el Mundial. Inglaterra caminaba hacia otra final (¡qué lejos queda el campeonato del 66!) y sus titubeos, miedos, dudas y errores la dejaron otra vez a mitad de camino. Un desastre.
A Barton, de sangre caliente y lengua fácil, no se lo ocurrió más que meterse con ellos y hacer de crítico literario: «Inglaterra no hizo nada. ¿A cuento de qué publican nada? Mi libro se hubiera titulado Por qué he jugado como la mierda. Mi agente me dijo que me iba a forrar». No contuvo el jovencito (25 años) del Manchester City su verborrea y atacó a los centrocampistas ingleses por su falta de entendimiento: «El día que se juegue con dos balones, Inglaterra tendrá éxito».
Claro, entonces Barton no tenía ni idea de lo que le deparaba el futuro: un cambio de entrenador y su convocatoria con la selección. Al llegar a su primera concentración lo dejaron poco menos que solo, con su pelota. ¡Toma, para ti!, parecieron decirle sus colegas. Gerrard es el capitán de la selección tras la renuncia de Beckham y no le ha quedado más remedio que ejercer y aplacar los ánimos. ¿Y Steve McClaren, el seleccionador? Encantado de que los «nuevos animen el ambiente».
A Barton, el chico malo del fútbol inglés -de por sí lleno de míticos niños malos, como aquel Paul Gascoigne que anda ahora pegándose por las discotecas-, no lo han recibido bien. En el entrenamiento se lo ha visto solo, y si no llega a ser por el gesto de Gerrard, ahora no sería más que un apestado fanfarrón que se dedica a poner a parir a sus compañeros.
Pero el chico llenó ayer páginas de periódicos. Era lo único que interesaba a la prensa en las horas previas al partido contra España. Bueno, Joey Barton y David Villa, que asusta. El jugador del Valencia es centro de atención de comentaristas que lo ponen en la cima del fútbol europeo por su capacidad goleadora. No tiene la elegancia de Henry, ni la fuerza de Drogba, decía ayer un articulista de The Daily Telegraph. Pero tiene una eficacia envidiable. Contaba su historia, cómo había empezado en el Sporting, cómo se fue por unos pocos millones al Zaragoza y cómo terminó -por ahora- en el Valencia.
Inglaterra debe estar advertida, concluyen los medios, que son capaces de ver en Villa, el chico malo (por peligroso) del fútbol español, a «esa clase de jugador que parece peligroso incluso cuando tiene la pelota en el medio del campo».
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