Gillet es dueño de los Montreal Canadiens de hockey sobre hielo, mientras que Hicks es propietario de los Dallas Stars (también de hockey sobre hielo) y de los Texas Rangers de béisbol. Los inversores se han comprometido a construir un nuevo estadio en Stanley Park con capacidad para 60.000 espectadores. El mítico Anfield desaparecerá y quizá se entierre su nombre para siempre. Es posible que el nuevo coliseo se denomine American Airlines, como el del Arsenal, quizá el más moderno de Londres a la espera de la inauguración de Wembley, que se denomina Fly Emirates.

La operación se ha llevado a cabo tras meses largos de negociación en los cuales se han enfrentado los magnates estadounidenses con la compañía Dubai International Capital, que al final no ha convencido al actual presidente, David Moores, máximo accionista del Liverpool. El elemento clave para que Gillet -que ya pujó por el club hace más de un año- cumpliera su objetivo ha sido el apoyo de Hicks, con el que llegó a un acuerdo hace un mes para presentar una oferta conjunta.

Moore, al que le permitirán poner en su tarjeta de visita que es presidente honorario del club, dijo ayer por medio de un comunicado que esta venta supone: «Un gran paso adelante tanto para los accionistas como para los aficionados».

Fichajes.

La intención de los nuevos propietarios es compartir la presidencia y dejar que el actual director ejecutivo, Rick Parry, continúe llevando las riendas del club. Lo que cambiará, sin duda, será la gestión: más dinero implica más y brillantes fichajes, algo de lo que ha carecido el Liverpool en los últimos años pese a las peticiones insistentes del entrenador, el español Rafael Benítez.

Gillet y Hicks dejaron claro qué les ha llevado a hacer semejante inversión: «Este es el deporte más practicado del mundo, el más importante y este es el club más importante en el deporte más importante del mundo». Están dispuestos, esto lo dijo Gillet, a apostar por los mejores jugadores que cada año estén en el mercado, aunque dejaron claro que eso no es cuestión suya. Es decir, ellos ponen el dinero, miran las cuentas, deciden si hay liquidez o no y atienden a las peticiones de Parry y Benítez.

Moores empezó a buscar soluciones económicas hace tres años. La deuda del club subía y subía y no había posibilidad de conformar un equipo capaz de estar a la altura del Chelsea o del Manchester, llenos de dinero. Pese a lo cual, Benítez fue capaz de convertirlo en campeón de Europa en un partido memorable contra el Milan en 2005.

Moores no estuvo presente ayer en Anfield, donde se anunció oficialmente la decisión. Como dijo Parry, todo tiene una explicación: «Ha sido el peor día de su vida», y ha tenido que tomar «su mayor decisión».

El nuevo presidente honorario lanzó, sólo, un comunicado: «Pido a todos mis compañeros accionistas que hagan lo mismo y acepten la oferta. Haciéndolo, creo que aportaremos un futuro mejor para el Liverpool».

El Liverpool se convierte en el séptimo club de la 'Premier' adquirido por capital extranjero. El primero fue el Fulham, comprado por el egipcio Mohamed Al Fayed, propietario de los almacenes más famosos de Inglaterra, Harrods. Al Fayed pagó en 1997 40 millones de euros.

El Aston Villa fue comprado hace cinco años por el estadounidense Randy Lerner (115 millones de euros). En 2003, el ruso Roman Abramovich se hizo con los mandos del Chelsea por 85 millones de euros. Desde su adquisición, el magnate ha invertido hasta la fecha cerca de 400 millones en fichajes.

En agosto de 2005, el estadounidense Malcolm Glazer pagó 1.300 millones de euros por el control del Manchester United. Las negociaciones duraron dos años y provocaron no pocas manifestaciones de los aficionados.

En julio de 2006, el empresario francés de origen ruso Alexandre Gaydamak se hizo con el poder en el Portsmouth por 55 millones.

El pasado noviembre, el West Ham fue adquirido por 155 millones de euros, que pagó el islandés Eggert Magnusson, presidente de la Asociación Islandesa de Fútbol y miembro de la UEFA.