La ACB cambia de color, y espera que no se le suban los colores, como a la NBA, que dos meses después de imponer el balón sintético tuvo que regresar a los orígenes de cuero. Aquí el asunto es mucho menos traumático. No varía el tamaño, ni el peso, ni el material. Fundamentalmente, supone una transformación en lo estético. El tradicional color naranja desaparece en beneficio del ámbar y el negro, con el objetivo de facilitar el seguimiento para el espectador televisivo y el presencial.

Esa mayor visibilidad reduce, dicen los expertos, las pérdidas y favorece las posibilidades de acierto de los profesionales. Al margen de lo cromático, presenta dos modificaciones. Por dentro, se ha perfeccionado la cámara de aire, para evitar que se deforme con el uso y, por fuera, se compone de cuatro paneles, frente a los ocho habituales. «Así permite una mayor adherencia cuando el jugador recoge la pelota y le ayuda en el toque y la preparación más rápida del tiro», según el fabricante, de capital estadounidense y mano de obra tailandesa.

Universidades.

Aunque el balón ofrece un tacto diferente en algunas partes, se descartan efectos secundarios, tras ser probado en varias universidades estadounidenses, paso previo a su comercialización en España. «La bola nunca debe ser un problema», alerta el madridista Louis Bullock, que ha podido constatar que «tiene la misma calidad de siempre».

«No nos costará adaptarnos al nuevo, ya que se pega muy bien a la mano», añade el azulgrana Juan Carlos Navarro, en el mismo sentido que el escolta del Joventut Rudy Fernández: «Tiene el mismo tacto que los modelos anteriores, por lo que se mantiene la calidad y el diseño será especialmente atractivo para los aficionados». Palabras que deberán confirmar mañana mismo Navarro y Rudy Fernández, tiradores constrastados, en la jornada inicial de la Copa del Rey de Málaga, ante el Akasvayu Girona y el Unicaja, respectivamente. Para Bullock, el turno llegará el viernes, ante el Gran Canaria.

La ACB se ha cuidado de que el asunto de la pelota no chirríe durante el torneo estrella de la temporada. La textura virgen de un esférico de estreno resulta incómoda para los profesionales. Por ese motivo, durante tres semanas, los jugadores infantiles y cadetes del Sección Deportiva Santa Eulalia de Barcelona (SESE, en su siglas en catalán), la cantera de la que proviene el alero del Real Madrid Alex Mumbrú, han desgastado los 18 balonces con los que se peleará por el primer título del curso. La bola ámbar-negra sobrevivirá a la cita de Málaga y se instaurará en la Liga, tras enterrar el modelo en uso desde hace más de ocho años.