RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-
El juicio contra siete etarras abierto en París sirvió ayer de ocasión para conocer el estado operativo de la banda. Empezando porque los efectivos de la Policía Judicial francesa consideran probado que ETA almacena centenares de armas y de explosivos en distintos pisos que la organización tiene repartidos en sus zonas de influencia del territorio galo.
Sería la evolución logística de los viejos zulos. Al menos, el comandante Pagarde, experto francés de la lucha antiterrorista, sostuvo ayer durante la vista que ETA se vale de colaboradores para ocultar su arsenal en domicilios privados y para conservar una notable capacidad operativa.
Queda nuevamente claro que la cúpula de la banda terrorista permanece localizada en Francia para organizar los atentados. También está fuera de dudas que ETA continúa su actividad delictiva al norte de los Pirineos. Tanto por el robo de coches y de matrículas como por la extorsión, la falsificación de documentos y la sustracción de armas y material explosivo.
En realidad, los etarras no habían dejado de actuar durante la presunta tregua. Simplemente convirtieron el alto el fuego en una trampa estratégica: «La estructura dirigente de ETA se encuentra en territorio francés, desde donde se preparan las acciones violentas como el atentado del pasado 30 de diciembre de Barajas en Madrid», explicaba ayer Pagarde con sus galones de comandante de la subdirección antiterrorista de la Policía Judicial.
500 etarras
La comparecencia sirvió de ocasión para «pasar a limpio» los números y las cifras relacionados con la banda. Pagarde cifró en más de medio millar los terroristas vinculados con ETA en la actualidad -una cantidad estable respecto a los datos de la última década-, mencionó que hay 163 detenidos en las cárceles francesas y precisó que se habían robado 60 vehículos en territorio galo durante el recién terminado ejercicio de 2006.
En su opinión, además, carecen de toda lógica las hipótesis que sitúan en Italia o en cualquier otro país vecino el sanedrín de la estructura terrorista. Sigue siendo Francia el santuario y el escondite, como lo demuestra el proceso abierto desde 1 de febrero a los siete miembros de la organización.
Ayer volvieron a comparecer porque se les relaciona con distintos delitos de pertenencia a banda armada, adiestramiento clandestino, extorsión y tentativa de homicidio. Este último sería el caso del ex concejal de Herri Batasuna Iñaki Lizundia, protagonista de un tiroteo con tres gendarmes franceses en 2001.
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