Rafá Zouhier, en prisión por su presunta relación con los atentados del 11-M, fue otro de los que denunciaron el tráfico de explosivos que se estaba realizando desde Asturias por Emilio Suárez Trashorras meses antes de que se produjera la masacre de Madrid. Fue en enero de 2003 cuando Zouhier aportó datos sensibles sobre los explosivos a agentes de la Unidad Central Operativa (UCO), a los que facilitaba información de forma habitual.
Sus datos quedaron reflejados en informes de la Guardia Civil en los que se indicaba que un individuo de Avilés «trabajaba de vender en Madrid explosivos sustraídos de un depósito». Según ese informe, los efectivos del Instituto Armado pusieron en marcha un «vasto y extenso» operativo para tratar de localizar, sin éxito, a los delincuentes. Zouhier, incluso, aportó una muestra del material explosivo sustraído por la trama de Suárez Trashorras.
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