Lo único que Lie Jie lamenta es no haberse dado cuenta antes de lo fácil que sería saltarse la prohibición de tener más de un hijo y engañar a los funcionarios del Departamento de Planificación Familiar. «La ley dice que no puedes dar a luz más de una vez, pero no cuántos hijos puedes tener en esa vez», dice sonriente la futura madre, mostrando una ecografía en la que pueden distinguirse claramente dos futuros bebés.
Los Lie han logrado saltarse la ley de natalidad más estricta del mundo con un tratamiento de fertilidad que no necesitaban y que miles de parejas chinas urbanas han empezado a utilizar con el único objetivo de eludir la prohibición. La solución de buscar gemelos se ha hecho tan popular que las estadísticas del Gobierno chino muestran que el número de partos múltiples se ha doblado en China en el último año y medio.
«Antes teníamos una media de seis parejas de gemelos al mes. Esa cifra se ha doblado. Muchas mujeres quieren recibir tratamientos de fertilidad aunque no los necesiten», asegura el doctor Han, del Hospital de Mujeres y Niños de Guangzhou, donde Lie Jie tiene previsto dar a luz el próximo mes. El marido de esta peluquera de 33 años asegura que ambos estuvieron desde el principio de acuerdo. «En realidad, no nos habría importado que fueran tres», asegura Lie, sentado junto a su mujer.
Lo que en un principio parecía un simple repunte en el número de partos múltiples, detectado por primera vez en 2004, se ha ido confirmando como una tendencia imparable. El Gobierno no ha tardado en relacionar el aumento en el nacimiento de gemelos con la Ley de Natalidad de 1979 que prohíbe a los chinos de las ciudades tener más de un hijo y limita a dos la descendencia en el caso de las familias campesinas que tienen una niña en su primer intento.
El aumento de los ingresos en las poblaciones urbanas, tras un cuarto de siglo de apertura económica, ha llevado a muchas parejas a desafiar la legislación con sobornos a los funcionarios chinos, evitando registrar a los segundos hijos o tratando de forzar el nacimiento de gemelos o trillizos.
El Ministerio de Sanidad chino ha enviado una orden a todos los hospitales prohibiendo los tratamientos de fertilidad a las parejas que no lo necesiten y alertando a las mujeres de los riesgos de consumir unos medicamentos que se venden sin prescripción médica ni control en mercados callejeros, centros comerciales y farmacias. «Debemos hacer entender a la gente que es un juego estúpido y peligroso para una mujer utilizar medicamentos de fertilidad cuando no los necesita», ha asegurado Wang Bin, del Departamento de Salud de la Mujer. Las directrices del Gobierno aseguran que el incumplimiento de sus recomendaciones aumenta el riesgo de abortos, nacimientos prematuros y mortalidad infantil.
La política de tolerancia cero con el exceso de natalidad ha evitado hasta ahora el nacimiento de más de 400 millones de personas en China, limitando la población a los actuales 1.400 millones de habitantes. Los objetivos de natalidad son impuestos por Pekín y deben ser cumplidos por las diferentes provincias, donde los dirigentes locales a menudo aplican la ley de forma brutal. Los abortos forzados incluso en los últimos meses de gestación, las esterilizaciones masivas y las multas que arruinan a las familias que incumplen la norma son prácticas generalizadas.
La legislación china, sin embargo, se redactó en un momento en el que los chinos no tenían acceso a tratamientos de fertilidad -entre cuyos efectos secundarios está el riesgo de embarazo múltiple- y los funcionarios del Departamento de Planificación Familiar no tuvieron en cuenta la eventualidad de que las parejas chinas buscaran a través de ellos la gestación de gemelos.
En Guangzhou se pueden adquirir en cualquier comercio dos tipos de tratamiento contra la infertilidad: uno tradicional chino, elaborado a base de hierbas, y otro fabricado por farmacéuticas occidentales que se suele utilizar bajo supervisión médica en Europa o Estados Unidos.
Las advertencias del régimen comunista chino sobre los posibles efectos secundarios de ambos tratamientos han sido hasta ahora ignoradas. La mayoría de los médicos están dispuestos a ayudar a las mujeres que lo solicitan y han empezado a detectar casos en los que las parejas deciden abortar voluntariamente fetos sanos hasta que logran su objetivo de tener gemelos.
«Cada vez más mujeres descubren que hay una forma de hacer trampas en la ley de un solo hijo sin temer las consecuencias. Si nosotros le decimos que no, se van a otro hospital donde les dicen que sí», comenta el ginecólogo de un centro médico de Guangzhou.
Los Lie conocieron la posibilidad de buscar «dos hijos en uno» tras leer el anuncio de una clínica que garantizaba la devolución del dinero a quienes no lograran gemelos. A pocos días para el parto, Lie Jie asegura orgullosa que pronto será la envidia de sus vecinas: la suya será una familia numerosa en un país de hijos únicos.