IOLANDA G. MADARIAGA
Autor: Salvador Espriu./ Dirección y escenografía: Oriol Broggi./ Intérpretes: J. Anguera, R. Vila, O. Muñoz, R. Cruz, A. Villen, O. Guinart, J. Mota, P. Ventura, C. Alorda, A. Poch, G. Miralles, A. de la Cruz, J. Farrés y P. Farrés. X. Lloses, A. Llinares y P. Carrió./ Escenario: Sala Petita. TNC.
Calificación: ****
BARCELONA.- Es una consideración unánime que Primera història d'Esther se ha erigido como un monumento a la lengua catalana; es un tópico en los manuales de literatura. Sorprende, sin embargo, que, en 25 años no se haya puesto en escena en escenarios más o menos públicos. Sorprende también que el nombre de Ricard Salvat -director de dos versiones de la obra- no aparezca más que en los agradecimientos personales de Oriol Broggi. Sorprende, aún más, que una obra en la que intervienen más de 20 personajes, con escenarios variopintos, se estrene en la Sala Petita. Quizás sea inconsciencia, pero la inconsciencia, en determinados niveles, se convierte en pecado capital. ¿Qué se dice con ello a los estudiantes? ¡Qué tras cuatro montajes emblemáticos es una pieza por probar! ¡Qué es una obra buena pero poco! ¡Qué no merece la Sala Gran! Parafraseando a Espriu: ¡los señores del TNC s'etivocan!, que vendría a ser elevar el error al cuadrado. Aunque de todo esto no se puede hacer responsable a un montaje de extrema dignidad y coherencia, que encierra mucha belleza.
Primera història d'Esther es una obra muy compleja. Parte del mito bíblico de Esther pero transcurre en Sinera. El juego constante entre las dos realidades precisa de sencillos pero ajustadísimos cambios de registros. Los personajes de Sinera hablan un recreado lenguaje popular; los del relato bíblico, un rebuscado lenguaje de lo más culto a lo soez. Comprenderlo todo es muy difícil, sin embargo, Broggi ha potenciado el aspecto musical de la lengua.A tal efecto se ha rodeado de un poderoso elenco especialista en el bien decir, no son los más conocidos pero sí los más eficaces.Entre todos interpretan una magnífica cantata, una obra coral donde los protagonismos quedan diluidos en favor del conjunto.
Por otra parte, Broggi ha sabido captar la complejidad del juego que propone Espriu con los títeres de la historia de Esther interpretados por los personajes de Sinera y lo ofrece con mucha sencillez pero con una gran variedad de registros teatrales.
El espectáculo posee un hilo conductor, fuera del original pero en su mismo sentido: una banda sonora interpretada por músicos y actores con tangos, cuplés, himnos y sones tan populares como evocadores.
Broggi ha recogido muchas de las fórmulas del teatro más popular para servir una tragedia. Con Esther, Espriu invitaba a reflexionar sobre la guerra y la venganza en la posguerra española. Manteniéndose fiel al poeta, Broggi ofrece un espectáculo trepidante y divertido sin aligerar la gravedad del tema ni mermar su complejidad. Es más, se convierte en una invitación a revisitar la obra de Espriu en su totalidad.
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