El cambio climático ya está con nosotros. Los datos que hace dos años presentaba el Ministerio de Medio Ambiente sobre los efectos del cambio climático en España -y algunos escuchaban con displicencia, o confundían con hipótesis catastrofistas-, han sido confirmados por la comunidad científica internacional. Y en el saber científico están las claves que nos ayudan a tomar decisiones cada vez más inteligentes y más responsables en la batalla urgente contra el calentamiento global.
En la tarea de difusión del conocimiento sobre el cambio climático, la figura del ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, resulta de vital importancia. Al Gore me ha transmitido su satisfacción por la reunión mantenida con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y la constatación de la efectiva voluntad del Gobierno español de impulsar la lucha internacional contra el cambio climático, así como su disposición para ayudar a España en la senda del cumplimiento del Protocolo de Kioto. Al Gore se ha comprometido, en concreto, a evaluar las medidas del Gobierno español en una reunión con expertos, antes del próximo verano.
Por mi parte, he tenido la ocasión de agradecerle su extraordinaria implicación en la materia y la labor que está llevando a cabo para dar a conocer tanto las causas del calentamiento global como las posibilidades reales de actuar para minimizarlo.
Celebro esta coincidencia en el camino hacia la sostenibilidad con una figura política mundial de primer nivel, como el ex vicepresidente de una gran potencia, cuyos ciudadanos le han tomado ya la delantera a su propio Gobierno, que sólo ahora comienza a expresar su preocupación por el cambio climático, así como sobre la necesidad de reducir el consumo de energía.
Hoy, incluso las grandes empresas norteamericanas reclaman la puesta en marcha en su país de un mercado de derechos de emisión, como el que ya existe en Europa desde 2005. La lucha contra el cambio climático ha adquirido, por fin, un carácter estratégico. En los últimos meses, todos los países desarrollados la han colocado en un lugar prioritario de sus agendas políticas; así, un reciente informe sobre política energética de la Comisión Europea considera que la lucha contra las emisiones de gases de efecto invernadero debe ser un eje central de la política energética de la UE. A ello han contribuido documentos de gran solvencia, como el Informe Stern sobre las consecuencias económicas del calentamiento global, y los primeros resultados del IV Informe del IPCC de Naciones Unidas, presentado la semana pasada en París.
España es uno de los primeros países de la comunidad internacional que ha puesto en marcha un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático -imprescindible en un país especialmente vulnerable ante el calentamiento global-, una línea de actuación paralela a la de la urgente reducción de emisiones. De esta voluntad inequívoca de nuestro Gobierno por recuperar el tiempo perdido hablaron también el presidente y Al Gore, desde la coincidencia en considerar la gran capacidad de España para hacer frente a este desafío: capacidad científica, empresarial, social... que todos los poderes públicos tenemos la obligación de potenciar.
España está muy lejos de alcanzar los objetivos del Protocolo de Kioto, pero puede y debe hacerlo: desde 2005 ha cambiado una de las tendencias más perversas de nuestra economía, el incremento del consumo de energía superior al incremento del PIB.
La moderación en el consumo de energía y la mejoría en la eficiencia energética, junto con la progresiva incorporación de energías más limpias, han permitido que el año 2006 sea el primer año que no aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero, según los datos hoy disponibles. Por supuesto, España no ha hecho más que empezar: es necesario que se impliquen activamente todas las Administraciones a través del ejemplo y de la adecuada incentivación de los necesarios cambios tecnológicos, y a eso responde el anuncio hecho por el presidente Rodríguez Zapatero de que antes de finalizar este año se celebrará una Conferencia de Presidentes sobre cambio climático, para reforzar la política de lucha contra el calentamiento global como una auténtica política de Estado.
Cristina Narbona es la ministra de Medio Ambiente.