ESPAÑA 1

Foster

G. Neville

P. Neville

Woodgate

Ferdinand

Carrick

Gerrard

Lampard

Dyer

W. Philips

Crouch

Cambios: Barry por Gerrard (min. 46)

Richards por G. Neville (min. 65)

Carragher por Woodgate (min. 65)

Defoe por W. Philips (min. 70)

Downing por P. Neville (min. 73)

Barton por Lampard (min. 79)

s.c.

Casillas

S. Ramos

Capdevila

Pablo

Puyol

Albelda

Xavi

Angulo

Silva

Villa

Morientes

Cambios: Angel por Ramos (min. 46)

Javi Navarro por Puyol (min. 52)

Torres por Villa (min. 46)

Iniesta por Angulo (min. 55)

Arizmendi por Silva (min. 65)

Cesc por Villa (min. 73)

s.c.

Arbitro: M. Weiner (ALE)

Goles: 0-1: Iniesta (min. 63).

OLD TRAFFORD. 73.000 ESPECTADORES.

MANCHESTER.- Hay ocasiones en que el enemigo te hace fuerte. Sus argumentos básicos, sus dudas, sus naderías. Todo ayuda. Inglaterra tiene exquisitos jugadores en sus clubes, pero resulta un equipo intrascendente, capaz de perder su carácter en minutos y permitir que un equipo hasta ahora acomplejado crezca a su lado y se sacuda miedos, ansiedades y... ¿renazca?

Jugadores exquisitos como Lampard o Gerrard no sirven para mucho cuando están juntos. Ya lo dijo el fanfarrón Joey Barton, del Manchester City, tras el fracaso en el Mundial: cada uno necesita una pelota para saber qué hacer. Eso pasó ayer. Y España lo negoció con criterio. Cierto que primero se tuvo que despojar de sus propios fantasmas. Luego, cuando lo consiguió, se puso a jugar al fútbol. Fácil, sin alardes, con aburrimiento y con líneas de trabajo muy elementales.

Es lo que hay. Al menos hasta que alguien decida que se puede dar un paso adelante y se puede ganar en cualquier escenario, a cualquier equipo. Por más entidad que lleve acumulada en el nombre. Sí, incluso a Inglaterra e incluso en Old Trafford. Un insulto, si se quiere. Una falta de respeto. Pero a veces hay que intentarlo. Y se consigue.

Es bueno, sin embargo, saber que la selección de Luis Aragonés tiene posibilidades de sobrevivir a lo que se le avecina. Tres puntos en tres partidos la han dejado en una posición más que delicada en su grupo de clasificación para la Eurocopa. Dinamarca (el 24 de marzo) e Islandia (el 28) pueden marcar el futuro de un equipo que necesita alguien que grite y lo maneje.

Xavi marca la pauta. Albelda ayuda. De acuerdo. Pasó ayer. Los de arriba, Villa y Silva, se dejaron ver por el medio campo. Y eso descolocó a los Neville, Ferdinand y Woodgate en alguna ocasión. Fue en una de esas cuando Morientes dejó sentado a uno de los centrales y mandó la pelota a las nubes cuando Foster, el portero inglés, estaba ya a sus pies.

Atrás se mostró una solidez considerable, respetable, incluso cuando Puyol y Ramos dejaron el espacio a dos tipos como Navarro y Pablo que tendrán que -dada la sanción de los titulares- asumir la responsabilidad en el Bernabéu ante los daneses. Meros detalles cuando siempre queda, sin embargo, la sensación de que algo falta. Lo mismo de siempre: certezas, identidad. Tenía razón el martes Luis cuando dijo que una selección no es un equipo. Pueden quedar dudas cuando habla sobre qué quiere decir exactamente.

Al ver a España los primeros 15 minutos o al buscar a Inglaterra la última media hora del primer tiempo las ideas se aclaran: ni una ni otra lo fueron. A empujones los ingleses encerraron a unos españoles acomplejados. Se les pasó pronto y decidieron maltratar la pelota.

Quizá se echó en falta la autoridad de Terry, o la fuerza de Rooney o la clase de Carragher (poco pudo hacer los minutos que jugó). No se sabe. Demasiadas pruebas las de McClaren, que en siete partidos no ha logrado aún dejar escrito sobre el campo qué pretende.

Los miedos se dejaron atrás en el segundo tiempo. Tal vez España ya sabía que incluso una derrota no iba a ser para tanto, se iba a comprender después de ofrecer los mejores minutos en muchos partidos -¡cómo fueron los anteriores!- y decidió que lo podía intentar.

Los ingleses al menos mostraron más armonía. Una palabra excesiva, tal vez, pero la hubo si se compara con la nada de ese primer tiempo de ausencia. Fue suficiente con quitar a Gerrard y darle espacio a Lampard, decirle que la pelota era suya y no la tenía que compartir. España ya estaba en otra cosa a esas alturas, y aunque el panorama cambió, aunque los ingleses se manejaron con más sentido, los de Luis tuvieron la osadía que no suelen y decidieron subir, pegar, tirar, pasar... jugar al fútbol sin piedras en los hombros.

Llegó Villa primero y se lució Foster. Llegó Iniesta después y... una delicia. Sí, gol de España en Old Trafford. Esas cosas que pasan a veces por casualidad ayer sucedieron porque se decidió que era hora de algo tan sencillo como jugar al fútbol. A veces funciona. Luego las cosas transcurrieron en un cierto caos controlado, con cambios, variaciones y pruebas.

Inglaterra sucumbió. McClaren no es capaz de armar nada que se parezca a un equipo con los jugadores que tiene. Es más, si acaso es capaz de provocar a sus propios jugadores, sustituyendo a Lampard por Barton, el chico malo de Manchester. Una historia menor si se piensa que España ganó y jugó razonablemente bien en ¡Old Trafford!