La psicosis desatada en Italia puede tener consecuencias no sólo en la competición doméstica, sino también en las citas europeas que se avecinan para los equipos italianos. Massimo Moratti, presidente y accionista mayoritario del Inter de Milán, reconoció ayer su preocupación y dudas sobre si su equipo deberá jugar a puerta cerrada contra el Valencia, en la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones de Europa. El partido es el próximo día 21.
«Veremos qué ocurre. En realidad en Milán no existe el riesgo, pero en estos momentos debemos ver esta situación ya que habrá una nueva reglamentación», comentó Moratti sobre el duelo, a disputar en el Giuseppe Meazza de la capitál lombarda, informa Efe.
Moratti afirmó que en Milán no había problemas de seguridad, aunque el recinto interista no reúne todas las exigencias sobre seguridad que ayer aprobó el consejo extraordinario de ministros. Entre las medidas de seguridad de las que carece figuran la falta de tornos para la verificación electrónica de las entradas así como dificultades de espacio (debido a la cercanía del hipódromo de San Siro) para hacer pre-controles. Algo que, por ejemplo, también falta en el Picchi de Livorno. Los trabajos de adecuación del estadio a las normas de seguridad, según se indicó ayer mismo, no estarán terminados antes del próximo mes de octubre.
De no existir un permiso especial y si la ley se cumple tal y como ha sido aprobada, los partidos que juegen como locales el Milan y el Inter, equipos que comparten el estadio Giuseppe Meazza, se tendrían que jugar a puerta cerrada. El recinto, propiedad del ayuntamiento de Milán, iniciará los trabajos de reforma inmediatamente, de modo que Morratti confía en que en el partido «pueda haber público». Igual que en el Livorno-Espanyol, correspondiente a los dieciseisavos de final de la UEFA.
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