A. CORPAS / I. LIDON
VILLARREAL / VALENCIA.-
Seguro que a Amedeo Carboni todavía le debe doler la cara. Ayer recibió una bofetada de esas que dejan la marca de la mano en el moflete. Y encima se la propinó su vecino, el Villarreal, cuando hizo oficial ese secreto que todos conocían desde verano: Roberto Fabián Ayala ya es jugador amarillo. Bueno, mejor dicho, a partir del 30 de junio, cuando expire su actual relación laboral con el Valencia. El club amarillo confirmó ayer la contratación del central argentino para las próximas tres temporadas. Así, se asegura la incorporación de uno de los mejores defensas del mundo; y sin pagar traspaso.
El futbolista, que ayer se encontraba en París para disputar un amistoso frente a Francia con la selección argentina, aceptó la propuesta amarilla hasta 2010, a razón de unos tres millones de euros brutos por temporada. Sus discrepancias con el director deportivo del Valencia, que le ofreció una oferta de renovación a la baja, fueron el inicio del final de un jugador que ha marcado una época en el cuadro valencianista. Ni el presidente Juan Soler fue capaz de convencerlo para que se quedara. Y eso, a pesar de que Ayala ha confesado en más de una ocasión que su intención era continuar en el club de Mestalla.
Curiosamente, Ayala llega al Villarreal en el momento más importante de su carrera deportiva. A pesar de que está a un paso de cumplir 34 años, el central argentino suma dos goles esta temporada. Además, sus números avalan su contratación. Hasta la fecha, ha disputado 397 encuentros con el Valencia en Primera y ayer se convirtió en el jugador que más partidos ha disputado con Argentina, superando a Simeone, con 107. Ha disputado tres Mundiales y se colgó el oro en los Juegos de Atenas.
El anuncio oficial del fichaje de Ayala por el Villarreal ha caído como una bomba en el vestuario valencianista. Las reacciones de sus compañeros han ido desde la incredulidad hasta la pregunta de si va a seguir vistiendo la camiseta del Valencia o, como castigo, el club le mandará a la grada. No habrá una imagen suya en el palco de Mestalla. No habrá una decisión similar a la que Capello y el Madrid han tomado con Beckham. Al menos, eso es lo que piensa Quique Sánchez Flores.
El entrenador sabía desde hace unas semanas, de boca del propio jugador, que abandonaría el club el próximo mes de junio y que, muy probablemente, su destino sería el Villarreal. Sin embargo, el compromiso está claro. Quique necesita a un Ayala que atraviesa un dulce momento de forma y el central, en un alarde de profesionalidad, piensa entregarse para cerrar su etapa en el Valencia. Es más, el técnico ha sido uno de los firmes defensores de la continuidad de Ayala, pero ya era consciente de que la postura de la dirección deportiva de Carboni era bien distinta.
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