«Impresionante, fascinante, enorme», clamaban los periodistas cuando embarcaron en el avión preparado para 580 pasajeros (ubicados en dos pisos diferentes) que sobrevoló durante dos horas las cercanías de la ciudad gala que alberga la sede de Airbus. Cierto es que para los pasajeros que viajan en clase económica, el A380 impresiona por la holgura entre asiento y asiento, la amplitud de los pasillos o los servicios de los que se puede disfrutar en vuelo. De hecho, una de las principales diferencias con sus competidores es la dimensión de su cabina.

Aunque depende de la configuración que seleccionen las compañías, los clientes de clase turista disponen de un bar en el que distraerse durante la eternidad de un vuelo transatlántico. O gozan de pequeños saloncitos donde conversar sin molestar a nadie. No digamos de los que compren billete en clase business o en primera. Las butacas, en el primer caso, y las camas, en el segundo, son el grito en modernidad y confortabilidad. No se echa en falta ningún detalle, pese a la decoración austera por la que se reconocen los aparatos de la familia Airbus.

Las aerolíneas más atrevidas que utilizarán esta aeronave ya han anunciado que ofrecerán a sus clientes servicio de peluquería, gimnasio o incluso instalarán un casino para hacer más llevadero el trayecto.

El proceso de embarque, uno de los más complejos por el volumen de asientos del aparato, se realizó ayer con toda normalidad y agilidad gracias a los dos fingers (mangas de acceso) por los que los pasajeros acceden al avión: uno para el piso de arriba y otro para los de la parte inferior. Cuando todos los invitados estuvieron en sus asientos, el A380 calentó motores e inició su rodadura por la pista, como si fuera un gigante con pies de barro para preparase para el despegue. Llegado el momento, hinchó sus motores, tomó fuerzas y en cuestión de segundos ya estaba en el aire. Y todo sin hacer prácticamente ruido. Según el fabricante, es el aparato más silencioso del mercado. Hasta que alcanzó altura, se podría mantener una conversación con el compañero de viaje sin forzar el volumen de voz. Además, los responsables de Airbus explicaron que se trata del aparato más estable en vuelo del mercado. Puede que tengan razón, a no ser que el bamboleo del despegue tuviera que ver con las turbulencias con las que coincidió ese momento tan esperado. La experiencia tan sólo se vio alterada por un par de mascarillas de oxigeno que salieron disparadas de su ubicación habitual. «Faltan pequeños ajustes», comentaron los responsables de Airbus.

En todo momento y gracias a las imágenes que ofrecían en tiempo real las cámaras instaladas en el avión, los viajeros podían disfrutar de la panorámica exterior que envolvía al gigante aeronáutico.

Las nubes se abrían a su paso y el cielo daba la bienvenida a un nuevo pájaro de acero y fibra de carbono que, a partir del próximo mes de octubre, será el amo de los grandes aeropuertos del planeta.

Una vez que la flamante aeronave tomó velocidad de crucero, llegó el momento de pasear y disfrutar del ambiente y la luminosidad que reinaba en el aparato. Exactamente, de ocho cocinas, 16 baños y 16 mangas de emergencia con las que cubrir cualquier imprevisto o contingencia que pueda requerir el abultado pasaje, atendido por más de una docena de tripulantes de cabina y azafatas.

El aterrizaje transcurrió con la misma tranquilidad. Algunos de los invitados aplaudieron lo que calificaron como una experiencia inolvidable.

Más flotas

Entre los más de 200 asistentes al vuelo, uno de ellos se mostraba especialmente más emocionado. Era Junger Thomas, ingeniero aeronáutico y padre del superjumbo europeo. Este alemán comenzó a trabajar en el proyecto a principios de la década de los 90, momento en el que la germana Lufthansa baraja la posibilidad de incorporar a su flota una aeronave de gran capacidad para cubrir sus vuelos de larga distancia. Dos décadas después y ya jubilado, Thomas había logrado mostrar al mundo que era posible un nuevo milagro en la aviación comercial.

Pese a los retrasos acumulados por las entregadas de los pedidos, el producto más emblemático de Airbus iniciará sus actividades comerciales el próximo otoño de la mano de Singapore Airlines, una de las aerolíneas más prestigiosas del mercado. En 2008 se entregarán 30 unidades y otras 25 más en 2009. Quince compañías ya han encargado 166 superjumbos para incorporar a sus flotas. Aeropuertos con el de Londres-Heathrow, Sydney, Nueva York o Merlbourne ya tienen o preparan sus instalaciones para acoger el A380.

En España, según aseguraron ayer los directivos de Airbus, será imposible verlo antes de 2011. Primero, porque ninguna de las compañías han mostrado interés por este avión de gran capacidad y, segundo, porque el nuevo programa de fabricación no lo permite. Habrá que esperar a que el constructor europeo, en el que España participa a través del EADS, y las autoridades alcancen un acuerdo para traerlo la próxima primavera.