Por su interés, reproducimos parte del editorial de The Times de ayer, donde el diario británico que entrevistó a José Ignacio de Juana Chaos en el hospital analiza las implicaciones de la huelga de hambre del terrorista en el llamado proceso de paz.
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El jaleo que se ha montado en España en torno a la entrevista realizada por escrito por nuestro corresponsal, Thomas Catan, a Iñaki de Juana Chaos, el dirigente separatista vasco encarcelado en huelga de hambre, no obedece a que The Times haya roto ninguna regla para obtener sus respuestas. Tampoco obedece a que hayamos mostrado la más mínima simpatía hacia un hombre sentenciado originariamente a 3.000 años de prisión por organizar atentados con armas automáticas y bombas que acabaron con la vida de 25 personas. El enfado obedece a que se ha acusado a The Times, con una frase que se hizo célebre en las informaciones de los medios de comunicación sobre el IRA, de aportar a ETA el «oxígeno de la publicidad». Dejemos las cosas claras. ETA es una organización terrorista, responsable de 800 asesinatos en España, como mínimo, pero creemos que informar sobre lo que pone en cuestión y demuestra la manera de pensar de los terroristas refuerza la capacidad de la sociedad para hacer frente al enemigo. La entrevista de The Times ha dejado al descubierto a un hombre que carece de remordimientos.
(...) De Juana ha estado en huelga de hambre durante 92 días y está a punto de morir. Su protesta se dirige contra la reciente imposición de otros 12 años y siete meses más [de prisión] además de los 18 años que ya ha cumplido por asesinato. Él argumenta, con cierta verosimilitud, que la sentencia ha sido política, aplicada por verter amenazas terroristas en artículos [publicados] en un periódico vasco, pero en realidad dirigida a mantenerle en prisión, porque su puesta en libertad iría acompañada de una furiosa reacción de la opinión pública.
El presidente del Gobierno español se encuentra en una situación imposible. No puede permitirse ser blando con ETA, que despierta en la opinión pública una cólera y una hostilidad mayores que las que el IRA suscitaba en Gran Bretaña. ETA insiste, al igual que De Juana, en que mantiene su política de alto el fuego a pesar de la bomba de Madrid de diciembre pasado, que mató a dos personas y que ha obligado al señor Zapatero a romper toda negociación. La oposición ha explotado despiadadamente la anterior voluntad de negociar del señor Zapatero, presentando la postura de ETA como prueba de que el Gobierno está cayendo en la trampa tendida por los terroristas. No obstante, el presidente del Ejecutivo no tiene en realidad el control de la situación. Las principales decisiones sobre ETA se están tomando en los tribunales, que en gran medida simpatizan con la oposición conservadora.
(...) Para la gran mayoría de los españoles, De Juana es la monstruosidad personificada de 40 años de terrorismo. Así y todo, dejarle morir implica un riesgo de disturbios generalizados, quizás violentos, en el País Vasco, y proporcionaría a ETA la figura de un mártir. The Times ha arrojado luz sobre un dilema que en España muchos querrían que pasara desapercibido. Conseguir que los terroristas abandonen las armas es un asunto terriblemente complicado -como Gran Bretaña conoce perfectamente-, que exige mucho tiempo y conversaciones interminables. En España, las heridas y las emociones están en estos momentos excesivamente a flor de piel tanto para una cosa como para la otra.
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