Mariano Fernández Bermejo, fiscal de Sala del Tribunal Supremo, será el nuevo ministro de Justicia, en sustitución de Juan Fernando López Aguilar, que dejará el cargo tras el próximo Consejo de Ministros para ser candidato socialista a la presidencia de Canarias. Zapatero opta así por un fiscal duro en el momento de mayor enfrentamiento entre el Gobierno y el Poder Judicial.
Fernández Bermejo, que pertenece a la Unión Progresista de Fiscales (UPF), tiene una trayectoria de acontecimientos polémicos y enfrentamientos con el Gobierno del PP y fue durante muchos años fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, tomará posesión el lunes.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha vuelto a sorprender a todos con un nombre que no estaba en ninguna previsión. Ayer mismo por la tarde comunicó su decisión a Fernández Bermejo, quien es considerado como ideólogo de parte de la política judicial del PSOE y, por ejemplo, argumentó la no ilegalización del PCTV y facilitó la posición de Zapatero en ese momento.
Quien ya conocía el martes su inmediato futuro era el todavía ministro de Justicia, López Aguilar.
De hecho, en la noche del martes cumplió su último compromiso, entre personal y político, como ministro. Hay que recordar que el primer contacto internacional de Juan Fernando López Aguilar como titular de Justicia fue reunirse con el ministro de Justicia marroquí, y se comprometió a que ése sería también el último contacto que mantendría cuando fuera a dejar el cargo: el martes por la noche cenó con el ministro marroquí, ya listo y mentalizado para el relevo y para volcarse plenamente en su reto de ser candidato del PSOE en Canarias.
El viernes está previsto que se despida del Consejo de Ministros y que comparezca en la rueda de prensa posterior para exponer los detalles del proyecto de Ley de adopciones, el último que remitirá a las Cortes. Es decir, se irá como José Bono, con una rueda de prensa estelar en La Moncloa.
Juan Fernando López Aguilar será el cuarto ministro de José Luis Rodríguez Zapatero que abandone el cargo por distintos motivos, después de José Bono, María Jesús San Segundo y José Montilla. La fórmula que él ha elegido será la de la renuncia al cargo, no la destitución, y se materializará el mismo viernes.
Zapatero, de esta forma, cumple su palabra y se limitará a sustituir sólo a López Aguilar, desoyendo las voces que en el partido y en el Gobierno preferirían un cambio más profundo para dotarle de impulso político en el último año de la legislatura. Así, el suyo será el Gobierno más duradero de la historia constitucional, ya que sólo habría sufrido cinco cambios desde que se constituyó en mayo de 2004. El propio presidente del Gobierno abordó hace dos semanas un plan en el Consejo de Ministros para intentar dar ese impulso al Ejecutivo, y que los ministros eviten dar la imagen de que la legislatura está agotada. De esa forma, y sin cambios en las personas, es como Zapatero considera posible salir de la actual situación.
En este momento, sus principales apuestas, como el proceso de paz, el Estatuto de Cataluña o la Ley de la Memoria Histórica están, en el mejor de los casos, en el aire.
El Gobierno es consciente de que esos asuntos eclipsan y enturbian otras actuaciones positivas del Gabinete, como la Ley de Dependencia, la de Igualdad o la óptima situación de la economía, entre otras.
Para lo que resta de legislatura, el futuro ministro de Justicia tiene pendiente impulsar varios proyectos de ley que permanecen atascados en el Parlamento. Por ejemplo, las dos leyes que se refieren a la descentralización del Poder Judicial y de los recursos ante el Tribunal Supremo, la que reforma el Tribunal Constitucional y el nuevo Estatuto Fiscal.
