Jueves, 8 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6262.
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Aznar denuncia la «alergia de la izquierda a la Historia de España, el himno y la bandera»
El ex presidente dice que el objetivo es «expulsar al PP del sistema y hacer inviable la alternancia»
CARMEN REMIREZ DE GANUZA

MADRID.- Aznar llegó ayer, una vez más, cargado de titulares. El ex presidente del Gobierno lo tenía especialmente fácil, porque jugaba en casa, en Pozuelo (alcaldía popular), que es su pueblo de residencia. En el mismo escenario en que semanas atrás otros singulares vecinos suyos y ex jefes de Gobierno como él -Felipe González y Leopoldo Calvo Sotelo- habían hablado de la Historia de la Democracia española, Aznar vino a decir, entre otras rotundidades, y sólo para abrir boca, que «ni en Estados Unidos, ni en el Reino Unido, ni en Alemania, ni en Francia, ni en ningún país normal sufren esa alergia que padece aquí la izquierda no sólo con la Historia de España sino hasta con el himno y la bandera».

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Dijo que «el objetivo hegemónico es expulsar al PP del sistema y hacer inviable la alternancia». Asimismo, aseguró que los nacionalistas y demás socios del Gobierno socialista eran «los extremos del sistema» cuando se redactó la Constitución de 1978 y que ahora, convertidos en «entusiastas de la trinchera», «presumen» desde el Gobierno de ser «un poco antisistema, aunque viven, y viven muy bien, de los impuestos que pagan los españoles, y de los presupuestos de ese Estado al que denigran».

Provocación intelectual

Pero hubo más provocaciones de carácter político e intelectual. El director de este diario dijo tener «cada día más claro que no se debieron celebrar las elecciones a los tres días del 11-M». Abogó por la creación de un mecanismo en la ley electoral para que un órgano independiente del Estado tenga competencias para evaluar la posibilidad de interrumpir el proceso electoral si sobreviene un hecho de carácter extraordinario. El periodista se mostró de acuerdo con Aznar en que el atentado fue «un acto de coacción destinado a distorsionar el resultado» de dichas elecciones, con un «calculado efecto político».

Pero Aznar no hizo referencias al 11-M en su intervención, que, basada en El camino a la democracia en España, de Manuel Alvarez Tardío, uno de los primeros libros de la editorial Gota a Gota de Faes -la fundación que preside-, se centró en traducir a la actualidad política el legado de la Transición.

Aznar recibió los primeros aplausos cuando sentenció que «hasta marzo de 2004 todos los Gobiernos de España cumplieron el pacto constitucional, ese acuerdo básico en las reglas de juego» cuyo máximo objetivo definió como «la lealtad a España» y la «lealtad a la ley y al Estado de Derecho» que -añadió- «debía estar por encima de las diferencias ideológicas».

Aludió a su «amigo Sarkozy» para reivindicar la nación española con la falta de complejos que él defiende la francesa. «Debemos poder decir, sin que pase nada, que España no es una nación de naciones, ni una nación de realidades nacionales, ni ninguna de esas ocurrencias que oímos cada día».

Aznar no llegó a decir, como hizo en ese escenario meses atrás Calvo Sotelo, «echo de menos a Felipe González», pero sí reprochó implícitamente a Zapatero dos cosas esenciales en la génesis del sistema democrático. La primera, que «en 1978 quedó claro que las nacionalidades y regiones eran el punto de llegada y no un pistoletazo de salida en una subasta insensata para ver quién es más nación». La segunda, que son los extremistas del sistema en 1978 los que, en alianza con el PSOE, quieren «expulsar» al PP de ese sistema.

No olvidó Aznar una referencia a ETA, vinculando su ofensiva terrorista con la propia intención de atacar a la nación española. «Para eso quieren las mesas que llaman de partidos: para cambiar el marco constitucional y que España deje de ser España. Y para eso quieren las sillas en los ayuntamientos vascos: para que ETA-Batasuna, con el disfraz que sea, reciba dinero y respaldo institucional de nuestra democracia y tenga así más fácil su trabajo de destruir España».

Así que, retirado o no, Aznar dejó claro ayer que seguirá, muy a su manera, dando guerra.


«España no está para remilgos y no puede prescindir de tu valía»

A fuer de titulares, fue una pequeña improvisación la que se llevó la máxima atención del auditorio. Aznar dijo: «Me he retirado de la actividad política», y añadió: «Voy a seguir retirado». «¡No!», se oyó desde varios puntos de la sala. Y en ese momento pareció cerrarse un paréntesis expectante que minutos antes había abierto el presentador del acto de ayer, Pedro J. Ramírez.

El director de El MUNDO -que hizo una larguísima disertación sobre las dos legislaturas de Aznar- sorprendió a todos con el cierre de su intervención: «Aznar llevó al extremo su compromiso de quitarse de en medio», afirmó; «lo ha cumplido. Y ahí le tenéis: aguantando a pie firme y en silencio las distorsiones, las exageraciones, las criminalizaciones y los ataques personales de entornos gubernamentales... Pero la situación española empieza a no estar para muchos remilgos. Lo coherente es que termine esta legislatura sabática, y el primer día de la próxima legislatura...».

Los aplausos interrumpieron el discurso del periodista, tras lo cual éste empezó a dirigirse a Aznar en primera persona: «Tienes 53 años, estás en plena forma. Lo coherente es que el primer día de la próxima legislatura te presentes en el despacho de Mariano Rajoy y le digas: 'Mariano, aquí estoy para lo que necesites'». Para «formar gobierno» o para «reforzar la oposición». Según Ramírez -que citó el ejemplo de Giulio Andreotti-, «con sus defectos y virtudes, aciertos y fallos, pros y contras, una democracia no puede permitirse el lujo de prescindir de la valía, del activo político de José María Aznar».

Aznar puso buen cuidado en no dañar susceptibilidades en la actual dirección del partido. Antes de decir con contundencia que no entra en sus planes volver a la política activa, aún contestó a Pedro J. «El PP se queda solo, pero acompañado de la mayoría de los españoles. Solo, pero con un proyecto político eficaz, que cuando ha gobernado ha traído los mejores años de progreso a España. Solo, pero con un líder, Mariano Rajoy (el nombre no aparecía en el borrador del discurso), que ha demostrado capacidad de aguante en momentos difíciles, y al que espero tener la ocasión de dar un abrazo el primer día de la legislatura, cuando gane las elecciones».

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