Jueves, 8 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6262.
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Ocio / Escena
Hambre de clásicos
La Companhía Nacional do Bailado agota todas las localidades para sus cuatro representaciones de 'El lago de los cisnes' en el Teatro de Madrid, con el madrileño Carlos Pinillos como primera figura
BEATRIZ PULIDO

El público madrileño tiene hambre de ballet clásico». Esa genuina apetencia que apreciaba ayer el director del Teatro Madrid, José Manuel Garrido, nada mejor que saciarla con la joya de la corona, trayendo una obra como El lago de los cisnes a la capital. Si encima la versión promete, mejor que mejor. El espectáculo está incluido en el ciclo Cartografías de la Danza que se viene celebrando estos días en el teatro de la Vaguada.

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Todos son alicientes y expectativas ante la presencia del Ballet Nacional de Portugal. En primer lugar por la participación de bailarines de la talla de Alina Cojocaru, el madrileño Carlos Pinillos, Barbara Hruskova, Roman Vassiliev, Ana Lacerda y Carlos Acosta, un lujo de reparto para los papeles de Odette y Sigfrido, en los cuatro días que estará en cartelera la función.

Al propio Pinillos se le auguró un extraordinario porvenir, dentro de aquella generación que parió talentos como el de Tamara Rojo, Angel Corella o Joaquín de Luz, algo que está cumpliendo con creces al otro lado de la Raya. El madrileño actúa el 11 de febrero junto a la mágica Cojocaru, una de esas bailarinas que incita al vello a que despunte. La joven rumana (Bucarest, 1981), que es una de las primeras figuras del Royal Ballet y actúa aquí invitada por la compañía portuguesa, posee un talento excepcional. Alguien decía de ella que baila como respira, con una tremenda delicadeza, ofreciendo al público una sensación de inmaterialidad a pesar de la rapidez con la que maneja sus pies.

En segundo lugar, es de destacar la labor y la experiencia del director artístico de la compañía, Mehmet Balkan, que ha realizado una nueva adaptación de la coreografía que realizó Marius Petipa sobre la música de P. I. Tchaikovsky. El turco se encuentra al frente de la compañía desde 2002 y ha trasladado para la ocasión a 60 bailarines que dan vida a los personajes de la función. Mehmet admitió que desde el principio su deseo era traer a Madrid a los principales bailarines españoles del momento -Tamara Rojo y Pinillos- para que bailaran como pareja, aunque las ocupaciones de la bailarina se lo impidieron, y aseguró que no abandonaría este sueño.

El director artístico de la Companhía Nacional do Bailado, que este año cumple 30 años de existencia, anunció además que para octubre está previsto un espectáculo que será un homenaje a Nacho Duato y que llevará el nombre precisamente de The best of Nacho Duato. En los últimos tiempos el Ballet luso se ha diversificado añadiendo repertorio contemporáneo al clásico que venía ejecutando. «Veinte años atrás esto sería impensable, pero hoy es normal porque los bailarines llegan sabiendo ambos repertorios».

Por su parte, Pinillos admitió que tenía mono de venir a Madrid y una sana envidia por el interés y el respaldo que obtiene el ballet clásico en el país vecino. «Aquí no tenemos compañía clásica y el público está demandando a gritos este ballet». Según el bailarín español, estabilidad es lo que le falta al ballet clásico español, necesario para crear un nutrido público: «Hay interés, hay oferta y demanda. Hay movimiento, pero falta estabilidad».

La función dura dos horas y media y está dividida en dos actos y un prólogo. Sobre el escenario están la fantasía, la magia y el amor, aunque entre los dos finales, el feliz o el amargo, Mehmet haya escogido el último. «El mal está en la sociedad, lo vemos todos los días y el ballet tiene que reflejarlo de alguna manera».

Cuatro días para los que ya no queda una sola entrada, lo que viene a reafirmar la idea de la voracidad del público madrileño en cuanto al ballet clásico, como afirmaba Garrido, o el poder de convocatoria que sigue teniendo un título inmortal como es El lago de los cisnes, que también es probable.

Sea como fuere y debido a la buena acogida que ha tenido, en el Teatro Madrid, se están planteando que la compañía portuguesa pueda traer en un futuro sus dos repertorios: el clásico y el contemporáneo. Todo se verá.

El lago de los cisnes.

A partir de esta tarde (a las 18.00 horas) hasta el 11 de febrero (a las 20.00 horas), en el Teatro Madrid (avenida de la Ilustración, s/n). Entradas agotadas.

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