B. PULIDO
QUÉ: Estreno del espectáculo de danza 'Adiós, hermano cruel'
CUANDO: Anoche en el Teatro Albéniz
POR QUÉ: Es el montaje con el que Julio Bocca se despide de los escenarios
Que el acontecimiento era irrepetible se encargó de demostrarlo el despliegue hollywoodiense de carpas, focos y moquetas que vinieron a enturbiar el sosiego de la calle de la Paz y la previsión de famosos dispuestos a pisarlas. El adiós a Julio Bocca bien lo merecía.
El primer paso de tango en los exteriores del Albéniz lo quiso improvisar Paloma San Basilio con un elegante visón blanco cayéndole como una exclamación del hombro derecho. Asombrada de su propia premura, la cantante dijo conocer muy bien a Bocca, con el que hace tiempo compartió escenario. El argentino no fue el único compañero de reparto de Basilio que estuvo anoche presente en el Albéniz: Paco Valladares no quiso perderse uno de los acontecimientos de la temporada.
En el barco de los chés arribaron Analía Gadé y Daniel Freire, que llegó acompañado de una hermosa joven. En otra embarcación se detuvo Emma Ozores, a la que las lenguas afiladas colocaron a un profesional de la tijera como amigo (peinado moderno desde luego llevaba). Luego aterrizaron dos Enriques pertenecientes a distintas etnias laborales: la farandulera (Del Pozo, que llegó colgado de su bufanda) y la teatral (Cornejo).
El cartel poco a poco se fue llenando casi hasta llegar a la impasible levedad de Parada, que alcanzó el Albéniz aferrado a una señora que demandaba protagonismo a gritos. Otros rostros conocidos que se sumaron a la fiesta fueron el de Lydia Bosch, Ana Fernández, Cristina García Ramos y Diego Carcedo.
Se echó de menos a Víctor Ullate y Sara Baras, cuya presencia en la sala Rosa estaba confirmada y que dejaron el pabellón de baile en los pies del auténtico protagonista de la noche: Julio Bocca. Como la presencia de Carmelo Gómez, al que ninguno de los objetivos captó ni los ojos vieron, pero alguien manifestó sentir su presencia.
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