Jueves, 8 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6262.
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 OPINION
Editorial
EL PEOR MINISTRO POSIBLE

De todos los candidatos que podían optar a ser ministro de Justicia, Zapatero eligió, sin duda, al peor de ellos. Díficil imaginar otra persona más sectaria, desprestigiada y partidista que Mariano Fernández Bermejo.

Ya lo dijimos en junio de 2004 cuando Conde-Pumpido decidió promocionarle a fiscal de Sala del Supremo contra el criterio de sus compañeros del Consejo Fiscal, que recomendaron a Fernando Herrero, mucho mejor cualificado para el cargo.

El único mérito que Mariano Fernández Bermejo ha contraído a lo largo de su carrera -y en eso no hay quien le supere- es la trayectoria de servilismo hacia el PSOE, al que profesa una ciega obediencia, como ha demostrado de forma reiterada.

Fernández Bermejo es el fiscal que ordenó la detención preventiva de Mariano Rubio para hacerle un favor a Felipe González. Es el fiscal que, en 2003, afirmó que, «tras luchar contra los padres» en la Guerra Civil, «ahora nos toca luchar contra los hijos», en referencia a los actuales dirigentes del PP. Es el fiscal que argumentó que no había motivos para ilegalizar al PCTV. Y es el fiscal que en 1998, cuando Barrionuevo y Vera habían sido condenados por el Supremo, declaró que la persecución y el enjuiciamiento de los GAL fue «un acto de hipocresía colectiva».

En su discurso ante el Comité Federal días después de su victoria electoral, Zapatero aseguró que había llegado la hora de «los fiscales independientes». Fernández Bermejo, que se enzarzó en una querella con el último ministro de Justicia del PP, nunca lo ha sido ni lo ha pretendido porque siempre ha antepuesto sus ideas socialistas a sus obligaciones como fiscal.

Será imposible de ahora en adelante creer que Zapatero pretende regenerar la Justicia y acabar con el partidismo que la está carcomiendo. De Fernández Bermejo se puede esperar todo menos un mínimo de ecuanimidad y de respeto a la ley. El de ayer fue un día negro para la Justicia.

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