Tiene aspecto de actriz, pero no lo es. Antes de convertirse en la firma de uno de los best-sellers del año (300.000 ejemplares se han vendido ya de El club gastronómico), Saskia era columnista para revistas como Marie Claire. De ahí su parecido con Helen Fielding, la autora de los diarios de Bridget Jones, con la que poco más comparte. La protagonista de su última novela, Karen, se ve envuelta en una serie de asesinatos, que podrían pasar por suicidios, y que tienen que ver con un sectario club gastronómico.

«Me interesa que los protagonistas de mis novelas sean personas normales. No me gustan los detectives», dice Saskia, que opta por convertir en investigador casual al protagonista que, simplemente, pasaba por allí. «Creo que puede pasarnos a cualquiera. Por eso lo hago», asegura. Está algo molesta con los críticos de su país que consideran que escribe para mujeres, porque no cree que la literatura tenga género y mucho menos la negra. «Lo único que intento hacer en mis libros es analizar el peligro, porque personalmente veo peligro por todas partes y quiero saber de dónde viene mi miedo», dice. Saskia cree que el mundo se está volviendo cada vez «más violento» y más «incomprensible».

Noort participó ayer en una de las mesas redondas del BCNegra, en la que coincidió con Magdalen Nabb, autora de El inocente (El Tercer Nombre). Su discusión sobre el papel de la mujer en el mundo del crimen (en la que también participaron Cristina Fallarás y Alicia Giménez Bartlett) se saldó en empate. «El asesino sólo necesita un motivo, una oportunidad y medios. Antiguamente, para la mujer, el veneno era el medio. Pero luego se prohibió y, de repente, dejaron de morir maridos y amantes», explica Magdalen.

La mujer es ingenio, el hombre, fuerza. El 60% de los crímenes no se resuelven, pero está claro que, de los resueltos, el 90% han sido perpetrados por hombres. Así lo afirma Saskia, que se documenta en exceso para sus historias. «Es evidente que las mujeres son más cuidadosas y que, quizá, como ocurría con los envenenamientos en otra época, sean las responsables de muchos de esos crímenes no resueltos, que no son otra cosa que crímenes perfectos», dice.

Magdalen añade, en este sentido, que para la ficción se usa mayoritariamente una visión femenina, puesto que los asesinos de las novelas negras planifican y ejecutan de la misma manera que lo haría una mujer porque el asesinato del hombre «es brutal».