ANNA R. ALOS
Hubo días en que subirse a un avión significaba que tenías que estar lo más guapa posible porque allá arriba, sobre el mar de nubes de un blanco Sonia Rykiel, podía suceder de todo. Recuerden si no a Emmanuelle pegando un polvo de cine con su vecino de asiento. Si no lo han probado ya, lo tienen fatal, porque los del asiento contiguo ya no son lo que eran. Ni los aviones huelen como olían y lo de ahora se parece más a una línea de metro de siete a ocho de la tarde, cuando en el ambiente conviven el sofrito, la morcilla, el kebab, la harira y el pato laqueado. Es aroma EG (Efluvios Globalización). Que no, que el touch of class pasó a mejor vida; o sea, se fue al carajo.
Viví un episodio aéreo -cuando aún no tenía pánico a volar- que al recordarlo se me remueve de placer y sana envidia algo más que la tripa. Fue en la fila central de un Boeing-747, ese que llaman «el avión» y que nunca entenderé cómo semejante mole era capaz de volar sin caerse durante eternas horas de tormenta.Mi vecina se llamaba Silvana y era chilena. A su lado se sentaba un tipo griego muy atractivo. En la primera escala, Saigón, ya se habían masturbado el uno al otro bajo la manta. Les delataron velados suspiros, los ojos entornados y el suave y contenido arqueo de sus espaldas.
Entre la primera y la segunda escala, Dheli, establecimos un trío verbal. Sólo charla. Entre Dheli y Abu Dabi, ellos volvieron a los bajos de la manta y al arqueo corpóreo mientras yo me sumergía en la V.O. de Mogambo, aquella en la que deja claro el adulterio de Linda (Grace Kelly) -que por obra y gracia del doblaje y la censura española se había convertido en hermana en vez de esposa de Donald (Donald Sinden)- para justificar sus devaneos con Víctor (Clark Gable) mientras Kelly (Ava Gardner) se lo miraba.
De Abu Dabi hasta Atenas, parada de mis vecinos en dique seco.El griego se apeó en la capital griega y mi compañera chilena, divina ella, ya aterrizando en París, última escala antes de llegar a BCN, me dijo: «A pesar de la tormenta, el vuelo se me ha hecho cortísimo».
A la semana siguiente de aquel episodio volé de BCN a Palma.Ni los pocos minutos de vuelo ni mi compañero de fila dieron de sí. Él lo propuso a la brava y seguro que en alguna ocasión le funcionaba, pero a mí las prisas, el primer día, no me ponen.El subconsciente me advirtió de lo fantástica que es Mogambo y lo patético que es un «sacúdeme el polvo» visto desde afuera.
Ya en Palma, desayunando frente al Port d'Andratx, le vi en portada de El Diario de Mallorca dirigiendo un mitin. Era el entonces candidato a la presidencia del Govern balear. No logro recordar el año.
anna.alos@yahoo.es
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