'Sic transit gloria mundi', o lo que es igual, traducido al castellano: así pasan las glorias de este mundo. Mitificado de un tiempo a esta parte por cientos de miles de automovilistas de este país e incluso motivo de discusión entre los creadores de dos diseños muy parecidos, ahora resulta que en una localidad de la Cataluña profunda, concretamente en Sort, han sacrificado dos hermosos asnos para cocinar con ellos un sabroso estofado de burro y regalar el paladar de más de un centenar de comensales. Nadie pensó en indultar a los animales y dicen que los ecologistas están que trinan. Fue, sin embargo, otro modo de servir a la tradición.

Cuatro millones de ciudadanos de este país son adictos a los médicos, sobre todo hombres, que son más hipocondríacos que las mujeres. Dicen también que uno de cada diez españoles fueron a que les viese un médico sin tener absolutamente nada que justificase la visita. Decir eso, sin embargo, no nos parece del todo exacto.Algo tendrían. Por ejemplo, miedo o preocupación de tener algo, es decir, a estar enfermo sin saberlo. Eso es, al fin y al cabo, otra forma de enfermedad. La imaginación, decía el dramaturgo norteamericano O'Neill, causa más víctimas que todas las enfermedades juntas.

Ya lo decía el griego Hipócrates, considerado el padre de la Medicina, hace miles de años: los hombres obesos corren mayor peligro de morir súbitamente que los flacos. Y eso es también lo que dicen todavía hoy los médicos. Pese a todo, la mitad de la población española está más gorda de lo que debiera. La obesidad infantil y juvenil se ha triplicado durante los últimos 20 años.Y casi todo el mundo le echa la culpa a la llamada cocina basura, importada a bombo y platillo de más allá de los mares.

Henning Mankell, el escritor sueco galardonado esta semana con el Premio Pepe Carvalho de novela negra, dice que «la sociedad vive muy próxima a la idea del crimen y que ello explica que el género de la novela negra guste tanto». Mal asunto, si eso es cierto. También han dicho otros que Drácula, Príncipe de las Tinieblas, ejerce un innegable poder de seducción sobre todos los que van a verle al cine. Drácula, según ciertos psicólogos, hace lo que nosotros (excepto algunos prestamistas más o menos oficiales) no nos atrevemos a hacer en la vida real.