Viernes, 9 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6263.
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 CATALUNYA
«Una lengua no es una identidad»
Padres de alumnos de colegios de Barcelona critican el modelo educativo de inmersión lingüística del Govern
VIRGINIA CASADO

BARCELONA.- La Ley de Política Lingüística, que indica que la lengua vehicular de las escuelas es el catalán, está colmando de hostilidad numerosas reuniones de padres de algunos colegios de Barcelona, pese a que lleva dos décadas en vigor. Así lo demostraron anoche un colectivo de familiares de centros como La Salle de Bonanova, el Jesús María, los colegios Sagrado Corazón y las Teresianas, que promovieron un debate público con el fin de defender el bilingüismo en el sistema de enseñanza.

Bajo el lema Sociedad bilingüe, escuela bilingüe, el debate estuvo encabezado por el presidente de Convivencia Cívica Catalana, Francisco Caja y la profesora y fundadora de Profesores para el bilingüismo, Carmen Caja. Ambos expresaron su total disconformidad ante el modelo lingüístico catalán y prodigaron la necesidad total de que las escuelas impartan, por igual y teniendo en cuenta la decisión del alumno y sus padres, las lenguas catalana y castellana.

Los argumentos en los que versaba la iniciativa se centraron en diversos ejes no faltos de polémica. Carmen Leal indicó que «una lengua no es una identidad» y añadió, como ejemplo: «Que le digan a un chileno que es argentino o a un peruano que es ecuatoriano a ver cómo le sienta sabiendo que ambos hablan el mismo idioma». Asimismo, y tras asegurar que la inmersión lingüística «no tiene razón de ser», comparó la situación de las escuelas con un «territorio comanche» donde son los propios niños «los que se convierten en los indios de la película».

En otro sentido, Leal añadió que lo único que acarrea el monolingüismo catalán es «un estrepitoso fracaso escolar», ya que no sólo se trata de una educación «impuesta», al no existir una previa elección de la lengua en la que se desea aprender, sino que, además, «incentiva un desconocimiento absoluto del castellano por parte de los catalanoparlantes».

Recordó entonces las palabras del conseller de Educació, Ernest Maragall, en las que indicaba que «en Olot hay niños que no hablan castellano» y detalló una anécdota que originó las carcajadas entre muchos de los asistentes: «Un niño de Olot, con sólo nueve años, se perdió en el Corte Inglés del Paseo de la Castellana en Madrid. El niño, muy asustado, no paraba de llorar intentando encontrar a sus padres. Cuando una joven dependienta se acercó a ayudarle se dio cuenta de que el niño no hablaba en castellano sino algo que ella pensaba que era francés. Finalmente, acabaron entendiéndose en inglés. Todo un caso».

Tras la anécdota, Leal indicó que la imposición del catalán en las escuelas, «no es más que una herramienta de los políticos para incentivar el espíritu nacionalista en los más pequeños e impregnar en su pensamiento las ideologías que persiguen desde el Govern».

Por otro lado, Francisco Caja centró su discurso en la falta de justificación de un modelo escolar que excluye la lengua vehicular del 53% de la población que reside en Cataluña y defendió que los colegios catalanes «no son escuelas de idiomas».

Caja añadió que los castellanoparlantes «son los únicos sometidos a un bautismo de fuego» y que tras haber sufrido numerosos insultos y agresiones, la organización que él mismo preside ha logrado recoger 56.000 firmas en pro de «una educación en castellano para reducir el fracaso escolar».

Sin embargo, son muchos los argumentos contrarios que Convivencia Cívica Catalana ha encontrado a la hora de defender el bilingüismo en las escuelas. Según Caja, «muchos catalanes temen que su lengua desaparezca pero ni Franco pudo acabar con el catalán. Nuestra intención es lograr la convivencia entre ambas lenguas». «A pesar de que numerosas consignas procedentes del poder político impidan una posibilidad de cambio en las escuelas de Cataluña», añade Caja.

El presidente de Convivencia Cívica Catalana aseguró que muchos catalanoparlantes se escudan en el concepto de «espacio vital», en el derecho «a un espacio en exclusiva para los catalanes».Un hecho, que es «sin duda, una total muestra de xenofobia».

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