Cerca del 90% de la biomasa disponible en España para producir energías renovables en forma de electricidad y calor, siguen abandonadas en el campo sin que se les dé un uso tan necesario en las circunstancias de cambio climático actuales. La denuncia la ha hecho la recién constituida Asociación para el Aprovechamiento de la Biomasa, que ayer se presentó en público y lanzó un SOS para aprovechar un recurso renovable que no emite dióxido de carbono (CO2) neto, sino el que previamente ha fijado la planta en su crecimiento.
El Plan de Fomento de las Energías Renovables aprobado en 2005 fijó una meta de producción de electricidad a la biomasa para 2010, de 2.039 megavatios (MW). Sin embargo, cuando quedan menos de cuatro años, esta energía produce 354 MW, un 17% del objetivo. Se trata del sector de energía renovable que menos ha crecido en España, muy lejos de su potencialidad, y que sitúa a nuestro país a la cola de la UE, con menos de la mitad que Francia, que está a la cabeza.
Las razones, según los empresarios, son la falta de incentivos a su actividad. Básicamente, reclaman ayudas de un 10% más que las actuales y algunas mejoras concretas en un sector disperso por el territorio, con diferentes recursos y formas de valorización según de dónde procedan: forestales, industriales forestales, agrícolas, cultivos...
La empresa Boston Consulting Group ha realizado un informe que pone de manifiesto las enormes ventajas del recurso natural de la biomasa en España. Nuestro país puede generar 30 millones de toneladas anuales, aunque sólo se utilizan cuatro. La capacidad es por tanto siete veces mayor que la prevista en el plan del Gobierno.
Además, hay ventajas socioeconómicas muy importantes que añaden valor a este recurso: estimula el empleo y la renta rural, y fija la población en zonas periféricas. Se añade que la producción está dispersa por el territorio, lo que disminuye las pérdidas de electricidad en su transporte. También es gestionable por el distribuidores eléctricos, lo que es un plus añadido al dar seguridad y estabilidad al suministro de energía, según Ramón Baeza, directivo de Boston Consulting.
Tiene otra ventaja ambiental nada desdeñable: donde se recupera la biomasa, cae en picado el número de incendios forestales, y los que suceden son más fáciles de apagar. Y aún hay más, es un recurso energético propio que disminuye la dependencia energética. España exporta actualmente parte de su biomasa a Reino Unido, Francia e Italia, debido a la falta de aprovechamiento interno.
Si este sector lograse alcanzar sus objetivos de más de 2.000 MW (la potencia de dos grandes centrales nucleares) para 2010, España reduciría sus emisiones de CO2 de manera considerable. Un estudio del Centro Nacional de Energías Renovables (CENER) del pasado mes estima que si se valorizaran 100.000 toneladas en 2012 -año final del cumplimiento del primer mandato de Kioto-, se produciría el 1,53% de la energía consumida, evitando la emisión de 140.000 toneladas de CO2, y ahorrando 37.000 toneladas equivalentes de petróleo (tep).
La potencialidad de la biomasa puede ser mucho mayor que las anteriores cifras, pero la falta de incentivos impide su despegue, al contrario que con otras energías renovables. Hace unos años se habló mucho de los cultivos energéticos de plantas con gran poder calorífico, como los cardos. Sin embargo no existe ni una sola central en España para estos cultivos, mientras que la Política Agraria Comunitaria traerá el abandono de 100.000 hectáreas de cultivos de remolacha y algodón.
Pese a tanto abandono, mañana mismo se inaugura una instalación solar con apoyo de calderas de biomasa, para dar calor y electricidad al polideportivo de Can Pons Arbúcies (Girona), que ahorrará 24.000 litros litros de gasoil y evitará la emisión de 70 toneladas de CO2. Todo un ejemplo para dar el mismo paso en miles de municipios del país.