La Potsdamerplatz exudaba ayer cine por los cuatro costados tras el arranque oficial de la 57ª edición del Festival Internacional de Cine de Berlín. Y el pistoletazo de salida, bajo un cielo amenazante y los restos de la nevada de la noche anterior, tuvo sabor francés: La Môme (El pequeño gorrión), un «retrato y no una biografía» del mito de la canción Edith Piaf, como insistía ayer su director, Olivier Dahan.
El equipo de La vie en rose (título que llevará la película en el circuito no francés), con la actriz principal Marion Cotillard al frente, fue el primero en estrenar la alfombra roja de la Berlinale, en una producción a concurso rodada en gran parte en el bohemio parisino barrio de Montmartre. Y, para lograr la impresionante caracterización de Piaf desde los 20 hasta los 48 años, cuando la diva francesa parecía tener 70 a causa de los excesos (drogas, alcohol...), Cotillard, de 31, debió preparar su papel durante semanas y convertirse en la cantante durante más de cuatro meses, «en los que mi voz y mi comportamiento no eran los míos», señaló la actriz en la rueda de prensa posterior a la proyección. Para ello, ha leído mucho de lo publicado sobre El Pequeño Gorrión y ha visionado decenas de grabaciones de conciertos y entrevistas.
Cotillard se vio obligada, para su interpretación, a maratonianas sesiones de maquillaje, casi cinco horas cada jornada, así como a raparse la cabeza para simular los implantes capilares de Edith Piaf.
«Si durante cuatro meses caminas como un pato, el día que paras no podrás andar inmediatamente de forma normal», subrayó Cotillard entre risas, reconociendo que lo más difícil para ella fue aprender la característica manera de mover la boca al cantar de Edith Piaf, indispensable para las escenas de playback.
Pero también aclaró: «Evité la sobreinterpretación porque sé que es el peligro al que me exponía con este personaje». Cotillard, quien también ocupa las carteleras con la película Un buen año, junto a Russell Crowe, defendió que la idea que marca La Môme es el amor, y por eso «puede interesar a todas las generaciones». Y para la actriz francesa, Edith Piaf -exponente de lo que denominó «canción realista» e intérprete de Milord y L'accordeoniste- «es un ancestro de Janis Joplin».
El director Olivier Dahan reconoció que no buscaba con La Môme una biografía general. «Para eso, ya están los libros», subrayó. Y no ha querido, según confesaba ayer, «rodar un desfile de personajes, sino elegir personajes muy próximos que han quedado durante mucho tiempo en la sombra, como su amiga Momone (interpretado por Sylvie Testud) o su secretaria (Marie-Armelle Deguy).
Entre los secundarios de lujo, el actor Gerard Depardieu da vida al empresario Louis Leplée, quien descubrió a la cantante en la calle.
Para la segunda jornada del festival, la Berlinale ofrecerá hoy la primera de las dos películas latinoamericanas a concurso, la brasileña El año en que mis padres salieron de vacaciones, del director Cao Hamburguer. La seguirá uno de los considerados platos fuertes, The good german (El buen alemán), rodada íntegramente en blanco y negro), del judío de origen austriaco Steven Soderbergh, con George Clooney, Cate Blanchett y Tobey Maguire. Cerrará la sección oficial el film coreano Soy un cyborg, pero no me importa, de Park Chan-Wook.
Además de las 22 películas a concurso, en esta edición de la Berlinale se mostrarán 370 películas procedentes de 50 países. España estará representada fuera de la lucha por los osos y dentro de Panorama, por El camino de los ingleses, de Antonio Banderas.
En esta misma sección, se podrán visionar el documental Invisibles, producido por Javier Bardem y rodado al alimón por varios directores, entre ellos Isabel Coixet, Fernando León, Mariano Barroso y Wim Wenders.