ANA Mª NIMO
MADRID.-
«La Historia es la maestra de la vida», decía Cicerón. Ésta parece haberse convertido en la máxima de Francisco Rodríguez Adrados ya que toda su vida ha estado consagrada a ahondar en el pasado para tratar de explicar el presente. El fruto de su trabajo se refleja en El reloj de la Historia. Homo Sapiens, Grecia antigua y Mundo moderno, un libro que han presentado Gonzalo Anes, director de la Real Academia de la Historia, y el también académico José María Blázquez, y en el que el autor trata de resumir, en alrededor de 800 páginas, «las líneas generales de la historia de la Humanidad».
El autor concibe la Historia como un reloj cuyas agujas van girando de manera que retornan una y otra vez a aquel lugar que, en algún momento, fue concebido como pasado: «Todas las culturas son paralelas e influyen las unas en las otras y, a menudo, la Historia se repite», dice Rodríguez Adrados al justificar el título.
Adrados, a quien el director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes y Alvarez de Castrillón, define como «un gran defensor de la enseñanza de las lenguas clásicas», ha publicado más de 30 libros sobre Literatura y Filología Griega Antigua, por lo que no duda al afirmar que la clave de todas las civilizaciones se encuentra en la «cultura grecorromana».
«El mundo moderno es un producto de Occidente. El comunismo chino, por ejemplo, deriva de las ideas de Marx», afirma José María Blázquez. Los postulados del autor de El Capital son, a su vez, una prolongación de las ideas liberales que se gestaron en Grecia y Roma. «No se puede entender el mundo hoy en día sin entender el mundo grecorromano», sentencia el historiador.
Pero el libro no aborda únicamente el Mundo Antiguo; al contrario, en él hay cabida desde para la génesis del hombre hasta el actual proceso globalizador, pasando por el Imperio Napoleónico y la Cristiandad Medieval. Para esta empresa, el catedrático se vale no sólo de «hechos históricos», sino también de «acontecimientos militares, logros del pensamiento y asuntos concernientes a las vidas privadas de importantes personajes. No se pueden entender unas cosas sin las otras».
Hay dos cuestiones que preocupan en gran medida a Adrados. La primera es la tendencia contemporánea a aferrarse al «presentismo», corriente social en la que «el pasado carece de interés», sin comprender que «sin entender el pasado no se puede explicar el presente».
La segunda de sus inquietudes es la poca importancia que se da a la Historia en los planes de estudio y la desaparición de las llamadas -ahora más que nunca- lenguas muertas. Como dice Gonzalo Anes, «si en los institutos no se imparten asignaturas como Latín o Griego, no volverán a existir especialistas como Adrados».
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