Q. ALSEDO
MADRID.-
En Francia, la película se titula Boudou; en España, Tenemos un problema gordo. Es la misma historia que Jean Renoir rodó hace medio siglo, la misma que Nick Nolte protagonizó en un remake en Hollywood y el antedicho gordo es, esta vez, Gérard Depardieu, pero el título español de la cinta parece remitir más bien a Bud Spencer. Cosas del marketing.
El caso es que la película, el regreso a las pantallas de Depardieu, llega hoy a las salas españolas dirigida y coprotagonizada por Gerard Jugnot, el profesor majete de Los chicos del coro. Jugnot defendió esta semana en Madrid el filme como «una tragicomedia crítica con lo que en Francia llamamos bobos: bohemios burgueses», aunque, en realidad, la cinta es una comedia ligera trufada de trompazos, situaciones chocarreras y escatologías, que cuenta el aterrizaje, como si de una bomba se tratara, de un vagabundo en la vida de un matrimonio de la campiña francesa.
«Esto es una historia costumbrista, no exactamente una comedia», señaló Jugnot, quien explicó, además, que la frase Tenemos un problema gordo era, en realidad, uno de los eslóganes publicitarios en Francia, «aunque no se ha usado demasiado para no desairar a Depardieu», remarcó, no se sabe si en serio.
Pero al contrario: en verdad, fue el actor -que luce verdaderamente enorme en la cinta- el que le falló a la película: «Tuvo un accidente de moto bastante serio durante el rodaje y se fracturó la pierna... ¡por tres sitios distintos! ¡Como siempre! ¡Siempre le pasa algo!», reía Jugnot esta semana. «Estuvo en cama dos semanas, y luego tuvimos que adaptar la película a su situación, cambiamos muchas partes del guión... En fin».
Propiedades medicinales
El director señaló también que la «filosofía subyacente» en las disparatadas situaciones que incluye Tenemos un problema gordo coincide con la suya propia: «La comedia tiene propiedades medicinales, nos consuela del drama». Y fue mucho más sutil al contraponer felicidad y desgracia: «La felicidad no hace reir; en cambio, uno ríe de la desgracia... Evidentemente, cuando ésta recae en alguien a quien no queremos», señaló Jugnot, que ni corto ni perezoso escenificó un gag de desgracia divertida golpeándose contra una puerta de la sala en la que se ofrecía la rueda de prensa.
El director se puso tal vez la venda antes de la herida al afirmar que «la comedia se exporta mal», que «el humor francés tal vez no sea entendido en España» y que «incluso dentro de Francia hay 200 humores distintos».
Y, ante la ausencia en Madrid de Depardieu, Jugnot se esforzó también por dejar algún titular relativo al Obélix cinematográfico: «Él sostiene toda la película a sus espaldas: es seductor y a la vez insoportable; guapísimo y a la vez feísimo... ¡Como Boudou!». En los títulos de crédito de Tenemos un problema gordo se afirma con sorna, por cierto, que «Gérard Depardieu no ha sido maltratado durante el rodaje de esta película».
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