VICENTE SALANER
El inicio de esta Copa del Rey habrá dejado muy fríos a los 39 ojeadores de la NBA que, al menos según las listas previas, se habían dado cita en el Martín Carpena para contemplar el desfile de figuras jóvenes y algo más maduras de la ACB. Pero el choque catalán DKV-Akasvayu habrá dejado emociones fuertes tan sólo entre el público, sobre todo el seguidor de estos dos equipos, porque la incertidumbre y los fallos de infarto en los últimos segundos del tiempo reglamentario y del añadido llenaban de entrada de pasión copera el recinto malagueño. Pero esa pérdida de balón inimaginable de Germán Gabriel, esos pasos de patio de colegio de Charles Gaines aportaron emoción por la vía del fallo, del fallo frecuente y nerviosísimo, sólo a ratos compensado por cosas como el alley-oop fulgurante de Rudy Fernández.
Los scouts, que no vienen a sufrir y gozar con esas emociones taquicárdicas, mirarán sus estadísticas y verán en cabeza a gente de la que saben que, por talento o por edad, no va a interesar a la NBA: Dainius Salenga, Arriel McDonald, Gregor Fucka, Robert Archibald... ¡Menudas promesas! Ah, claro, ahí está el chico ése de Cacak, Marko Marnovic, que muestra algo de agresividad en el puesto de base, pero... ¡cero de siete en triples!
El formato de la eliminación directa y el atractivo del título provocan un cambio notable de estilo de juego entre la competición liguera y la Copa. La electricidad se palpa, hasta el punto de que a algunos jugadores el calambre les cortocircuita su juego. Pocas veces dieron el Akasvayu y el DKV la impresión de estar, como están, entre los equipos mejores y más en forma de España. Son cosas de la Copa. Y el inicio del Unicaja-Barcelona seguía exactamente la misma tónica.
Tendrán que regresar más Jerry West y sus colegas para ver con más detenimiento a Marc Gasol, que ya se ha despedido, y es de suponer que lo mismo va a suceder con más de esos hombres apetecidos, sobre todo los más jovencitos, que van a chupar mucho banquillo porque aquí se están jugando los cuartos y no es el momento de dar minutillos caritativos a los diamantes más o menos en bruto...
Todo este ambiente enfebrecido añade un punto de interés al favoritismo del Real Madrid: es cierto que, en la ACB, ha estado imperial, pero una de sus asignaturas pendientes, y más con dos recién llegados que, aun bien integrados, serán más vulnerables. Ganar en un ambiente tenso y guerrero: es lo que no sabemos aún si este Madrid sabe hacer.
P.S. Qué horrible es ese nuevo balón parcheado...
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