El Barcelona expulsa al anfitrión / EL MUNDO

MALAGA.- Navarro, inquieto. Al entrar en la pista, se reserva el último de la fila, pero después pisa el primero la cancha, cuando la función va a empezar. Saluda a los árbitros, abraza a Cabezas, choca palmas con Jiménez, otro compañero de la España de oro, y se va hacia el centro de la pista. De camino, se acuerda de que también está Manolo Rubia, delegado de la selección, y se vuelve para saludarlo, también a Berni Rodríguez, al que Sergio Scariolo ha dejado en el banquillo. Navarro se pasea por el parqué como por casa, ajeno al ambiente, que cae súbito sobre el Unicaja. Pesa el cargo de anfitrión, un mundo.

La ACB sólo había asistido a un triunfo local en los últimos 22 años de Copa, que ya son 23. El equipo malagueño pierde el lugar ante su misma maldición. Lo dos rivales de ayer se han cruzado en 12 situaciones de las definitivas. Siempre vencieron los azulgrana, un candidato recién nacido. ¿Favorito? Todavía, todavía, no hizo méritos para tanto, le encaminó hacia la victoria un Unicaja bloqueado. El DKV Joventut, en semifinales, juzgará si el éxito del Barcelona, ordenado, ahora como gran novedad, representa un mareo de irrealidad o anuncia algo superior.

El conjunto de Scariolo se paralizó ya de inicio. Ofuscado en ataque y sin la furia defensiva que ha definido sus momentos lúcidos del curso. Unicaja se ha empequeñecido peligrosamente en unos meses. Añora los triples de Herrmann, al gris Risacher y, sobre todo, la capacidad ofensiva del lesionado Marcus Brown y del súper rookie NBA, Jorge Garbajosa. Carece de grandes amenazas ofensivas y, por tanto, su porvenir se sustenta en lo que dé en defensa, no sólo en intensidad, sino en inteligencia para saber que la potencialidad del Barça se encuentra en los jugadores exteriores.

El equipo azulgrana carece de un pívot puro. Trías supone la mejor referencia en las faldas del aro, y se mueve con asiduidad por fuera de la zona. Por tanto, la responsabilidad del Unicaja era tapar a Navarro y a Basile, y las salidas al triple de Trías o de Kakiouzis. Sin embargo, los dos primeros lanzaron la escapada que prosiguió con los tiros abiertos de los segundos y con penetraciones hasta el fondo de Ukic. La alternativa defensiva en zona, tampoco permitió guarecerse al cuadro malagueño.

En 15 minutos, representaba la mitad que el líder del partido (16-32), escaso en los lanzamientos (26% en triples al final) y torpe para explotar la superioridad de Daniel Santiago en el juego interior. El Unicaja, un cuerpo inerme, implorando un signo, una mano que le acercase a un partido que se daba a la fuga.

Susto. Optó por el camino de los desesperados. Dando por perdida la batalla táctica, se fijó en la pelea y encontró algún destello de brillantez en los triples de Tusek y en la precisión de Pepe Sánchez (cinco asistencias al descanso). Apenas unas virutas, que podrían ser de preocupación para el contrario, que no había acabado de romper el partido y descartaba para el resto de la noche a Fran Vázquez, que dio el susto de la noche al golpearse con el parqué tras perder el equilibrio en el aire. «Ha sido trasladado al Hospital Carlos de la Haya», sonaba uno de los mensajes con los que la ACB alerta de lo bueno y lo malo de una Copa del Rey ahora huérfana del local.

Tras el parón, el Unicaja tampoco encontró el perfil colectivo sobre el que debe refundarse en esta temporada. De los equipos de Sergio Scariolo se ha dicho que cojean de inicio y esprintan al intuir la meta. No en esta ocasión al llegar a la primera gran cita de la temporada, la mediática, en la que tenía las obligaciones en su propia casa.

Enmudece Málaga, decepcionada por un grupo donde sólo Carlos Cabezas y, de nuevo, el musculoso Pietrus respondieron en la segunda mitad, mientras el Barça proseguía con su pequeño plan de balonmano, moviéndose muy lejos de la canasta, con falsos pívots, desde la parsimonia. Poco. Colectivo. Letal.

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