MADRID. - Si una ministra dice que un hombre puede beberse a la semana 28 copas de tinto y una mujer 17 sin que necesariamente ponga en riesgo la salud es que o tiene doble personalidad o no es una ministra anti vino.
Mientras le caen chorros de críticas por incluir al vino en su embrión de ley anti alcohol para menores, Elena Salgado brindó ayer al sol de la mismísima Organización Mundial de la Salud (OMS): «El límite en el consumo de alcohol antes de que sea un riesgo para la salud está en cinco unidades estándar al día, una copa de vino o cerveza, en el caso de los hombres y de tres en las mujeres. Es decir, 28 unidades a la semana en los hombres y 17 en las mujeres».
La ministra se refería exclusivamente a los adultos, claro. «En el caso de los menores, no existe el consumo moderado. Para ellos, consumo cero», dijo.
Salgado, que confiesa no pasar de tres o cuatro copas de vino al mes, no se inventó ayer esas cuentas semanales de barra o de mantel. En su Ministerio cuentan que esos cálculos de alcohol diario provienen de informes de la propia OMS y que Sanidad «simplemente los traslada».
Junto a la ministra estaba la doctora Marta Torrens, miembro de la Comisión Clínica del Plan Nacional sobre Drogas, equipo científico que ayer presentó un informe sobre los efectos que el abuso del alcohol produce en la salud: accidentes de tráfico, interacciones indeseables con medicamentos, problemas cardiovasculares, enfermedades del hígado, patologías en el aparato digestivo y alteraciones del comportamiento.
«El riesgo para la salud no es el tipo de alcohol, sea vino, cerveza o destilados, que se consume sino la cantidad que se toma», apoyó Torrens a Salgado a la hora de echar cuentas sobre las copas diarias.
La tesis es similar a la que utilizan algunos médicos y colectivos acostumbrados a trabajar en drogodependencias que sostienen que los problemas sanitarios y sociales de los consumidores no se derivan necesariamente de las sustancias en sí, sino del uso que se hace de ellas. La diferencia es que esos profesionales hablan de drogas ilegales y Sanidad sólo de las que van en botella con código de barras.
Pero ni Salgado ni Torrens estaban ayer para debatir la legalización de las drogas ilegales, como pidió hace tres días el consejero catalán de Interior, Joan Saura. Se plantaron ante la prensa para decir que el alcohol antes de los 18 años puede provocar daños neuronales, pérdida de memoria o capacidad de aprendizaje, trastornos en el crecimiento y alteraciones en las relaciones sociales.
Detrás del bebercio a granel de los adolescentes están también el fracaso escolar, la violencia juvenil y los accidentes, decía ayer Torrens. Porque los chavales beben ahora a base de «atracón de fin de semana», o sea, mucha bebida en poco tiempo.
El informe presentado ayer pone cifras: 790.000 escolares de entre 14 y 18 años se emborrachan al menos una vez al mes. La mayoría (60%) de los adolescentes que beben tira de combinados, incluido el calimocho (vino con refresco). Uno de cada tres opta por la cerveza y uno de cada cuatro por el vino y los licores fuertes.
La clave del daño es el efecto del alcohol en el «cerebro inmaduro» de los menores, órgano con «plasticidad neuronal» durante la infancia y la adolescencia, según la doctora Torrens. «El etanol ejerce una fuerte influencia negativa sobre el proceso de desarrollo cerebral, todavía muy activo a estas edades. Los efectos sobre el sistema nervioso central son más pronunciados», sostiene el informe.