Ni cabalgata anunciadora, ni bailes, ni concentraciones en la calle a partir de las 22.00 horas. Los carnavaleros de Santa Cruz de Tenerife tienen los días contados, o al menos así lo ha decidido el magistrado del juzgado Contencioso Administrativo número 1, Jaime Guilarte Martín Calero, en un auto en el que se suspenden de forma cautelar las fiestas más populares de la capital tinerfeña.
El juez ha citado al Ayuntamiento, como parte demandada, y a los vecinos demandantes el próximo día 12. Mientras tanto, suspende las fiestas porque hace primar el derecho al descanso de los vecinos.
La noticia provocó una movilización de espontáneos en la misma tarde de ayer, que se plasmó en una pitada frente a las puertas del Ayuntamiento tinerfeño para reclamar su derecho a estas fiestas, con más de 200 años de tradición. «He hecho un llamamiento a la calma y a la tranquilidad», comentó a EL MUNDO el alcalde de Tenerife, Miguel Zerolo.
«Nuestro respeto total a las decisiones judiciales que responden al derecho reclamado por unos pocos vecinos, pero tengo la convicción de que todos encontraremos una salida para que el carnaval pueda sobrevivir», aseguró el primer edil, convencido de que el lunes se alcance un acuerdo en la cita con el juez.
La demanda ha sido interpuesta por una quincena de representantes vecinales de la zona centro, que consideran vulnerado su derecho al descanso. Los vecinos ven atacados sus derechos porque la música de los quioscos se mantiene a elevado volumen desde la tarde hasta la madrugada durante al menos una semana.
Sin embargo, Zerolo estima que «el daño que se produce es mayor que el bien que se protege».
Antes de la suspensión de ayer, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias dictó, el 31 de enero, una sentencia que reconocía que el ruido del carnaval viola los derechos de los vecinos y que no debe superar los 55 decibelios pasadas las 22.00 horas.
El abogado de los denunciantes, Felipe Campos, aseguró el 1 de febrero que la sentencia era clara y que, de no cumplirla, el Ayuntamiento «caería en un delito de desobediencia». Campos entendió «materialmente imposible no sobrepasar los 55 decibelios de ruido», por lo que opinó que el Ayuntamiento debería trasladar el carnaval del centro de Santa Cruz a otra zona no residencial. Según el abogado, las mediciones de la Policía Local en los carnavales de 2006 mostraron que el ruido llegaba a los 115 decibelios. «Sólo una comparsa, una murga o unos familiares cantando, superan los 55 decibelios; por lo que, aunque no haya música, esos decibelios son superados con creces», dicen los vecinos.
Santa Cruz de Tenerife celebra sus carnavales respetando una tradición que se remonta hasta 1775. «Nadie ha podido acabar con el Carnaval, ni la Guerra Civil ni la emigración, ni la dictadura; así que espero que el viernes 16 tengamos una cabalgata anunciadora llena de alegría», explicó ayer Zerolo.
Las fiestas duran hasta el domingo 25, con las llamadas piñatas, concentraciones en la calle el viernes, sábado y domingo después del entierro de la sardina.
