JAVIER ESPINOSA. Corresponsal en Oriente Próximo
Cerca de 300 cascos azules franceses e italianos se desplegaron ayer en las aldeas libanesas de Yaroun y Maroun al Ras, en las inmediaciones de la frontera con Israel, después del enfrentamiento armado que los ejércitos de ambos países protagonizaron el miércoles por la noche.
El rifirrafe, el más grave que se registra en la zona desde la guerra del pasado verano, se produjo cuando excavadoras israelíes se dispusieron a limpiar de minas una zona fronteriza. Según Tel Aviv, sus tropas no llegaron nunca a atravesar la línea de demarcación, pero portavoces libaneses indicaron que los blindados se adentraron unos 20 metros en su territorio. Los uniformados del país árabe abrieron fuego contra los vehículos israelíes y éstos replicaron con cinco granadas anti tanque sin que nadie resultara herido.
Liam McDowell, un portavoz de la Unifil, la misión de la ONU que opera en la región, calificó lo acaecido de «incidente grave» y confirmó que se había enviado a la zona un contingente de cascos azules.
El origen de este encontronazo se encuentra en la aparición el lunes de cuatro bombas camufladas en la línea fronteriza. «Hizbulá no ha puesto fin a las operaciones hostiles contra nuestro territorio. Estas cargas tenían por objetivo las fuerzas que operan a lo largo de la valla de seguridad», aseguró el teniente coronel Eiran Pawker. Tal hipótesis fue negada por el grupo chií, que dijo que los artefactos permanecían allí desde el pasado conflicto.
Tras el hallazgo, los militares israelíes empezaron el miércoles por la tarde un reconocimiento del territorio con vehículos especializados y tanques Merkava, lo que propició que los militares del país vecino decretaran la alerta roja en el sector. «El Ejército libanés está dispuesto a abrir fuego si los soldados israelíes avanzan», había declarado horas antes del incidente un portavoz de los uniformados a France Presse.
Aunque los responsables de la Unifil mediaron para recuperar la calma, ambas partes mantuvieron el cruce de acusaciones y los aviones israelíes volvieron a violar la soberanía aérea del país árabe al menos en dos ocasiones. En Beirut, el primer ministro Fuad Siniora denunció lo que consideró como una «nueva agresión contra la soberanía libanesa» y advirtió que había dado órdenes a las fuerzas armadas de repeler cualquier acción similar.
Tel Aviv replicó por boca del general Alon Friedman, quien adelantó que las incursiones aéreas se «reforzarían». El ministro de Defensa, Amir Peretz, indicó que Israel «no tiene ninguna intención de provocar una escalada», pero otro de sus colegas de gabinete, Binyamin Ben Eliézer, se mostró convencido que un «nuevo conflicto» con el país vecino es cuestión de tiempo. «Tenemos que prepararnos», añadió.
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