ARITZ PARRA. Especial para EL MUNDO
SHANGHAI (CHINA).-
El diálogo para encontrar una solución a la crisis nuclear en la Península de Corea se reanudó ayer en Pekín en una atmósfera de optimismo entre los delegados de las seis naciones participantes. En la presente ronda, EEUU, Rusia, Japón, China y las dos Coreas tratan de retomar el acuerdo conjunto de septiembre de 2005 en el que Corea del Norte se comprometía a abandonar su programa de armamento nuclear a cambio de ayudas financieras y energéticas.
Nada más bajarse del avión, el delegado de Corea del Norte, Kim Kye-gwan, afirmó que su país estaba listo para discutir «los primeros pasos hacia la desnuclearización», no sin antes advertir que todavía existen «muchos puntos de enfrentamiento» para llegar a un acuerdo. No obstante, después de dos meses de intensos contactos bilaterales, el régimen comunista norcoreano parecía mostrar un talante más flexible que abre la esperanza de concretar una Hoja de Ruta a lo largo del fin de semana.
«Hay un consenso entre los países en que debe haber un acuerdo sobre los primeros pasos para implementar la declaración conjunta del 19 de septiembre de 2005 en esta ronda», declaró al término de la jornada de ayer el negociador surcoreano, Chun Yung-Woo. Según reveló a la prensa, China asumió la tarea de redactar un borrador donde se concreten los pasos a dar por cada una de las partes. El documento debía ser distribuido entre las seis delegaciones antes de reanudarse, hoy, las conversaciones.
Corea del Norte efectuó su primera prueba nuclear en octubre del año pasado, lanzando un claro desafío a la comunidad internacional y, en especial, a EEUU, que incluyó al régimen de Kim Jong-Il entre los países del Eje del Mal. Aunque las conversaciones a seis bandas se retomaron en diciembre, los negociadores dejaron Pekín sin acuerdos concretos.
Uno de los principales obstáculos para avanzar radica en las sanciones financieras impuestas por Washington al Banco Delta Asia de Macao, la antigua colonia portuguesa ahora bajo el mando de Pekín, sospechoso de ayudar a financiar a Kim Jong-Il con el lavado de dólares procedentes de actividades ilícitas.
Tras el caos de la Guerra de Irak y el retroceso electoral de los republicanos, el Gobierno norteamericano quiere lograr un éxito diplomático que ayude a mejorar la confianza en George W. Bush. En los últimos dos meses, Washington ha oxigenado las negociaciones con Corea del Norte, reuniéndose con ellos en al menos dos ocasiones. La última fue en la capital china, con delegados de la Secretaría del Tesoro estadounidense, para hallar una solución al embargo financiero. La otra tuvo lugar a mediados de enero en Berlín, entre los jefes para la negociación de ambos países, Christopher Hill y Kim Kye-Gwan, que sirvió para preparar las conversaciones de Pekín. De hecho, Hill desmintió ayer que ambos delegados hubiesen firmado un preacuerdo en Berlín, al margen del proceso a seis bandas, como publicó el diario japonés Asahi Shimbun.
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