ENCARNA JIMÉNEZ
El programa que presenta, conduce o confunde Cayetana Guillén Cuervo en La 2 de TVE se llama D-Calle, y no sé si pretende ser una visión de género, por aquello de que ahora a los sexos se les denomina como le decían a los comestibles y tejidos en los ultramarinos, pero no creo que sea como para que las mujeres se identifiquen con sus propósitos. Aunque en un alarde de comprensión sobre las teorías que nutren los estudios sobre la mujer en las universidades, entendiéramos las razones de hablar de género como construcción cultural sobre lo femenino, es difícil llegar a la conclusión de que este programa es representante del género femenino, y no del género tonto, como decían nuestros maestros.
Desde hace un tiempo en TVE tenemos la posibilidad de ver este programa que el jueves se mostró en todo su esplendor, incluida la representación de una colaboradora haciendo como que se fumaba un porro para justificar la risoterapia, y tragar con la publicidad de la ginebra Beefeater a la hora de prepararse un combinado con el actor Jaenada. Líbreme Kikí de Montparnasse y todas las amazonas que en el mundo han sido de censurar el consumo de cualquier tipo de estupefacientes y licores. Para eso está Elena Salgado y sus eugenésicas leyes, pero gastar el presupuesto de las cadenas públicas en hacer estúpida cobertura de personajes y asuntos de interés cultural y social con mala pata no tiene sentido. Y pretender que se representa al universo femenino con La Terremoto de Alcorcón y con las manifestaciones de Cayetana de que es un poco bollo, tampoco es como para que les den el premio del 8 de marzo.
Lo lamento por colaboradoras que ya han demostrado su valía como Angela Vallvey o Silvia Grijalva, que sabe lo suyo de tribus urbanas y sociología de calle, pero este programa es irritante. Y no sólo porque la presentadora haga entrevistas en las que Cayetana parte de la base de que sabe más que el invitado de la vida de éste, da igual que sea Santi Millán, David Bisbal o Jaenada, sino porque, en su conjunto, tiene la pretensión de emular algunos programas que rompieron moldes en el terreno cultural.
Cuando sacan la famosa intervención de Fernando Arrabal en el programa de Sánchez Dragó en el que se caía y besaba a los participantes hablando de milenarismo y lo mezcla con vídeos de Ortega Cano achispado o Massiel traspuesta, se nota que no entienden nada. Y cuando hablan de la movida y se fuman un porro como si quisieran revivir el ambiente de La edad de oro, andan bastante equivocadas.
Por encima de que Cayetana Guillén Cuervo pueda ser considerada como una mujer pretenciosa y marisabidilla, tiene ciertas habilidades y bastante escuela, pero eso no es óbice para valorar que su programa es un verdadero desperdicio.
La igualdad de la mujer y su defensa puede pasar de la escenificación curte de este programa.
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