CARLOS AIMEUR
VALENCIA.-
Dice que lo que le ha gustado en la vida es facilitarle las cosas a los demás. «Siempre he procurado que no haya nadie en ningún teatro que pueda decir que Plácido nos ha hecho las cosas difíciles». Y el tenor español Plácido Domingo ha dado sobradas muestras de esa predisposición con el Palau de les Arts de Valencia.
La plataforma central del escenario principal se quedó atrancada en el subsuelo del edificio el pasado mes de diciembre. Era imposible, técnicamente, representar la producción de Cyrano de Bergerac que estrenó en el Metropolitan de Nueva York. A dos meses vista, una de las cumbres de la primera temporada estaba en el aire. Pero Domingo no se arredró y conminó a los responsables del Palau de les Arts a apostar fuerte. Al final, se creó una nueva producción, con un nuevo director musical, el francés Patrick Fournillier, y un nuevo director escénico, Michal Znaniecki.
El primero admitía ayer que llegó a Valencia sin conocer la partitura. «Pero hemos trabajado fuerte», dijo. Y Domingo asintió. El segundo, que en Italia se ganó el sobrenombre de director milagro por su capacidad de sacar adelante producciones creadas entre la espada y la pared, ha respondido a su fama con una propuesta «con mucha imaginación», en palabras de Domingo.
El resultado se verá mañana. Y el tenor ayer mostró su convicción de que satisfará a los asistentes. «Hace un par de meses era difícil pensar que llegaría a realizar el sueño de interpretar a Cyrano en esta ciudad», admitió, pero «se buscaron soluciones y se encontró al equipo técnico capaz de llevar a cabo esta obra llena de colores extraordinarios», subrayó.
Domingo demostró en público su admiración por esta obra y por el personaje, un «regalo», que constituye un nuevo rol en su carrera jalonada de papeles. De su versatilidad da fe el hecho de que, con su último estreno en el Metropolitan, El primer emperador, ha superado los 125 roles. Y sigue creciendo. De momento, ayer citó piezas del repertorio barroco que interpretará. Como el papel de Bajazet en la ópera Tamerlano, de Haendel, que encarnará en Washington a partir del 30 de abril de 2008. O el de Orestes en Ifigenia en Táuride, de Glück. «Sigo buscando», comentó.
«Enamorado» de Cyrano, con el que cree tener en común el deseo de hacer la vida más fácil a los demás, se deshizo en elogios hacia la labor de Sondra Radvanovsky, una Roxanne creíble en sus palabras, y hacia la ópera, de la que dijo que marca el fin de una época que «los que amamos la melodía echamos de menos», apuntó. Satisfecho de su relación con el Palau de les Arts, el tenor anunció que volverá el año que viene a Valencia como director y cantante. Por el momento no se ha decidido qué cantará, pero sí que dirigirá: el Manon, de Massenet.
|