La noticia llegó al showroom de Custo Dalmau mientras el diseñador preparaba los últimos detalles de su desfile para la Semana de la Moda de Nueva York. Entre los españoles que forman parte del equipo del estilista catalán, la muerte de Erika Ortiz produjo una pena sincera. Y eso que están curados de espanto.
El 11 de septiembre de 2001, también a pocas horas del desfile, Custo miraba por la ventana de su estudio cuando vio derrumbarse ante sus ojos las Torres Gemelas. Sin estruendo, como la escena de película muda, a la catástrofe le faltaba la banda sonora. Custo se quedó sin respiración.
Las cadenas hispanas de EEUU, aunque emiten una docena de culebrones al día, comentaron la muerte de «la hermana de la princesa» con el respeto con que hace años trataban estos sucesos en la prensa española. Sin embargo, el frenesí morboso de algunas redacciones en España buscaba material sensible al otro lado del océano. Que nos cuentes tus relaciones con la Familia Real, que si sabes el nombre del psiquiatra, que nos escribas una especie de oración fúnebre... Un espanto.
La directora de una empresa de publicidad donde trabajó Erika Ortiz, se vio en la obligación de aportar su parcela informativa. «Era una chica de salud frágil. A nosotros el catarro nos duraba tres días, a ella 10... Pero era responsable y cumplidora». Menos mal.
Antes de ese momento trágico, la vida de unos y otros seguía su curso. En la presentación de la biografía de Manolete, escrita por Juan Soto Viñolo (La Esfera de los Libros), Jaime y Alvaro de Marichalar se encontraban con su vecina de la infancia Pilar González de Gregorio, duquesa de Fernandina, con la que compartieron años de niñez en Soria.
Era el tiempo en que don Amalio de Marichalar, conde de Ripalda, levantaba a sus hijos con el alba a golpe de silbato, para que hicieran ejercicio y se formaran en la disciplina y los rigores del frío castellano. «Eran muy simpáticos y a veces un poco trastos, pero siempre buena gente y muy educada», decía Pilar.
La presentación estaba patrocinada por la Fundación AXA Winterthur que preside el duque de Lugo y que lleva con gran eficacia María Teresa Ortiz Bau. La penúltima esposa de Carlos Larrañaga, siempre elegante y diplomática, contestaba por peteneras a las preguntas sobre la nueva paternidad de su ex marido. En éste su nuevo papel de papá maduro y tardío, el antiguo galán alcanza otra vez las más altas cotas de cursilería y empalago.
A propósito de maternidades, el nacimiento del segundo hijo de Stella McCartney ha sido su excusa para dedicarse en cuerpo y alma a su hijo y dejar que su equipo presente su último hallazgo, unos productos de belleza bio-ecológicos, fabricados en la más estricta militancia de respeto a la naturaleza, ausencia de productos químicos y la seguridad de que jamás han sido probados en animales. Los bolsos y zapatos de Stella McCartney, puro lujo y refinamiento, son de cualquier tipo de material, pero nunca de piel.
Stella no pudo venir a Madrid a relatar las excelencias de sus cremas y cosméticos. El pretexto era el bebé, la verdad de la buena es su enfermiza timidez, aunque haya nacido y vivido rodeada de gente de mundo.
A Custo Dalmau, después de 11 años desfilando en la pasarela neoyorquina, las celebrities se le acercan sin que tenga que llamarlas. En EEUU se han apuntado a su estilo inconfundible los artistas más famosos. De Antonio Banderas a Julia Roberts, pasando por Charlize Theron o Bridget Fonda, los actores de Friends y las chicas de Sexo en Nueva York. Su próxima tienda se abrirá en Moscú, junto a las grandes marcas de moda, no podía ser menos.