Sábado, 10 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6264.
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 DEPORTES
BALONCESTO / Copa del Rey
Bullock salva al favorito
EL MADRID JUGARA HOY LAS SEMIFINALES TRAS GANAR AL GRAN CANARIA EL ESCOLTA LOGRO LA MEJOR ANOTACION EN COPA DESDE HACE 10 AÑOS

REAL MADRID 85

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GRAN CANARIA G. D. 82

R. López (2)

Bullock (33)

Milic (7)

F. Reyes (20)

H. Sonseca (-)

C. Smith (13)

Sekulic (-)

Tunceri (6)

Hervelle (4)

J. Martín (-)

s.c.

Nguema (-)

s.c.

M. Fernández (8)

Hunter (13)

Moran (7)

K. David (25)

Vroman (4)

Savane (11)

Norris (4)

Guerra (-)

S. Pérez (5)

Baldo (5)

Arbitros: Hierrezuelo, García Ortiz y Conde

Eliminados: Vroman, Guerra, Tunceri y Milic.

JOSÉ MARIA MARTIN CARPENA. 10.000 ESP.

MALAGA.- Por la mañana perdió la acreditación, en el entrenamiento. Bullock se la dejó en la pista, como quien avisa: «¡Volveré!». Y regresó, para mostrarse en toda su extensión, en su momentos de genialidad, la mayoría, en su humanidad titubeante de los últimos minutos y en el temple del segundo definitivo, para finiquitar un trámite convertido en agonía para el Real Madrid.

El Gran Canaria le robó el estilo al conjunto blanco, extrañamente lento, hasta el punto de que sólo lanzó 10 veces a canasta en un herrumbroso primer cuarto. Salva Maldonado imponía la dinámica de su equipo, obligado a perseguir desde el principio, aunque vivo, pues el partido se ajustaba a las coordenadas en las que tiene opciones. A poco que su rival conseguía acelerar, coleccionaba canastas sencillas y se estiraba, fundamentalmente con Felipe Reyes, vigoroso en el principio, y Bullock, radiante. El estadounidense atraviesa un momento de excelencia física y de madurez mental. Bromea en las entrevistas, travieso en el vestuario, disfruta en la pista. Su muñeca, precisa, y su cambio de dirección, indefendible. Al descanso ya sumaba 14 puntos, permitiendo el liderazgo de su grupo, condenado a un partido de incomodidades.

El Gran Canaria jamás se descompone y Plaza miraba con disimulo la calculadora, preocupado de que sus jugadores no acumulasen cansancio, pues a menos de 24 horas le aguardaría el Tau, en la tercera semifinal encadenada entre ambos. De ahí la presencia intermitente de Raúl López, errático al reaparecer en el tercer acto, cuando peor lo pasó su gente. El Gran Canaria se colocaba a un triple (53-50, m. 25), a tiro de dos (59-57, m. 29) y empataba en el siguiente ataque. La armadura del líder se tambaleaba. No desaparecía la luz de Bullock, cegadora de no ser porque se oscurecía la filosofía colectiva del Madrid. En el rincón rival, lo contrario. Se mantenía el equilibrio, una asfixiante defensa, y sobresalía la estrella de David. Con pies silenciosos, el teórico perdedor tendía un puente levadizo hacia la orilla donde moran los semifinalistas, allí donde se suponía al Madrid por su condición de favorito, amenazada al entrar en el trecho crucial del combate. «Sí se puede», bramaba la afición del pío-pío, prologando la primera ventaja de sus chicos (61-62, min. 32).

Bullock seguía en el banquillo, reservado justo hasta ese momento. Plaza no aguantó ya. El quinteto blanco de gala, en acción: Raúl, Smith, Hervelle, Reyes y Bullock, que robó el balón nada más pisar la escena. En esa parcela defensiva es donde ha ascendido de manera espectacular, sin perder su centenaria fiabilidad ofensiva, confirmada de inmediato con un triple y con dos libres segundos después. El choque era un uno contra cinco, algo clarificado al irrumpir nuevos actores. En la hora de los valientes, Smith colocó todas las manos en defensa, cerrando las líneas de pase, y se mostró en ataque, igual que Felipe, para recuperar la esperanza (75-68, min. 36). No obstante, toda ventaja perecía. La tranquilidad, un privilegio que sólo regalaría a uno el bocinazo del adiós.

Con seis segundos por agotar, la semifinal estaba en un punto (81-80), tras el tercer error consecutivo de Bullock. Por orden, un triple y un tiro libre fallados y una pérdida de balón. Cinco décimas después, Felipe Reyes, mano temblorosa tantas veces, imponía su personalidad, con dos libres, respondidos por Norris. El duelo se diluía en minúsculos tic-tac del reloj, desde la línea de 4,6 metros, donde Bullock crecería a los 33 puntos, récord en la Copa de la última década. Así, se remataban dos horas de sufrimiento, de las que quedaron dos ganadores, el del marcador y el de amarillo, obligado a volver del vestuario por requerimiento de sus aficionados.

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