No es que fuera una prueba dura, pero el viento gélido que soplaba ayer en Madrid resultaba poco apropiado para exhibirse al aire libre y casi en cueros. La pasarela improvisada en la sede del Instituto Nacional del Consumo no contó con modelos ni referentes de belleza. Fueron mujeres de a pie y sin complejos quienes iniciaron la fase piloto del estudio antropométrico promovido por el Ministerio de Sanidad y Consumo. Una iniciativa que tiene como objetivo medir a 8.500 féminas para unificar las tallas de las prendas con un patrón que, por vez primera, tendrá en cuenta la realidad corporal nacional.
La carrera hacia unas tallas de ropa homogéneas en todas las tiendas, coherentes en todos los cuerpos y saludables en todas las imágenes publicitarias dio comienzo ayer en Madrid. Y, con ella, el reto de descubrir la mujer tipo española, ese estereotipo corporal del país que escapa a las pasarelas y a los certámenes de belleza.
Hablamos del estudio antropométrico de la población femenina, promovido por la ministra de Sanidad y Consumo, Elena Salgado, junto a las más importantes empresas del sector textil. Una iniciativa que entró ayer en su fase piloto y que pretende establecer un patrón real en el tallaje de las prendas: que se acabe con las diferencias que marcan los fabricantes, que la 46 no sea considerada especial y que las féminas, las más sensibles a complejos y trastornos, dejen de sufrir en sus carnes cómo el hecho de ir de compras es muchas veces sinónimo de necesidad de adelgazar.
Lo de ayer era sólo una prueba con mujeres contratadas a tal efecto. Un ensayo que medirá a 300 mujeres de Madrid, Tarancón (Cuenca) y Quartell (Valencia), y cuyos resultados permitirán afinar los procedimientos para llevar adelante el estudio antropométrico real en 60 localidades españolas.
Y esta vez, claro, se hará dentro de la más estricta confidencialidad, una vez que las mujeres den su consentimiento a l petición que recibirán aleatoriamente del Ministerio de Sanidad y Consumo.
La prueba, amén de una encuesta sobre hábitos de compra y otros datos de interés para el sector textil, se centrará en lo más importante: conocer las medidas de las españolas de la calle, aquellas que están lejos de ocupar las portadas de las revistas de moda.
Y ello, con la más avanzada tecnología a cargo del Instituto de Biomecánica de Valencia, empresa ganadora del concurso para realizar este estudio antropométrico.
Son 130 mediciones de todas las partes del cuerpo en apenas 30 segundos. Un récord que dejaría boquiabiertos a los modistos tradicionales en su fatigosa tarea de medir la sisa, marcar el largo y fijar el ancho de cintura y caderas. Porque este proceso de medición, el mismo por el que habrán de pasar 8.500 mujeres, sustituye el tradicional metro de sastre por una cabina a lo matrix.
La mujer en cuestión entra en una especie de probador con tres cortinas donde, en la parte central, figura un podium de madera que hace las veces de báscula. Sobre éste, y ataviada con ropa interior blanca y un gorro de piscina a juego, ha de permanecer rígida. El torso, recto; los brazos separados del cuerpo y las piernas ligeramente abiertas. Un haz de luz baja entonces desde los laterales y recoge todos los datos: imágenes en tres dimensiones, longitudinales y perimetrales. Después, unas medidas complementarias manuales: las de los pliegues cutáneos que indican el nivel de grasa.
Los resultados del estudio serán la base para definir patrones estándar y crear un maniquí físico o virtual con el que unificar el tallaje. Las muestras se recogerán hasta diciembre de este año, para obtener las conclusiones a principios de 2008.
Según la directora general de Consumo y Atención al Ciudadano, Angeles Heras, la aceptación de las mujeres que están recibiendo las cartas de invitación a la prueba «es, por ahora del 100%». «No hemos recibido, por el momento, ninguna negativa», dijo.
La ministra de Sanidad, Elena Salgado, ya aventuró que este sistema será «exitoso». Más, incluso, que en el país vecino, Francia, que también midió una vez a sus féminas.
