VICTOR DE LA SERNA
Con él llegó el escándalo, sin duda. Para polémica política pura, la de esta semana. Cuando La Razón anuncia el nombramiento de «Fernández Bermejo, feroz hostigador del Gobierno de Aznar» y El País replica en su titular de portada que Zapatero pone al frente de la Justicia a un fiscal castigado por el Gobierno del PP, nos encontramos ante un desencuentro de primera.
En su editorial de ayer, desde el frente crítico, ABC puntualiza: «Afirmar que Fernández Bermejo fue perseguido o represaliado por el PP es sencillamente una falacia, porque el Gobierno de Aznar lo mantuvo en su puesto durante siete años, y ello a pesar de que su deslealtad enfermiza hacia el entonces fiscal general, Jesús Cardenal, debió acarrearle la correspondiente sanción disciplinaria. Para saber lo que es un fiscal represaliado, baste recordar a Eduardo Fungairiño. (...) Este nombramiento es una agresión política deliberada al Partido Popular, porque se hace a conciencia del resentimiento que siempre mostró Fernández Bermejo hacia este partido». Y La Razón editorializa sobre «una trayectoria en la que han pesado más los intereses ideológicos rayanos a la izquierda extrema que los profesionales» y sobre un «idóneo brazo ejecutor de la política de Zapatero para (...) facilitar desde ese puesto clave la negociación con ETA».
El País no se esfuerza, todo sea dicho, por defender lo indefendible y tildar de neutral a Bermejo. Más bien, avisa con delectación de lo que se avecina: «Hará notar su presencia en el mundo de la justicia, uno de los puntos calientes en que el PP ha situado la batalla política contra el Gobierno. Ese partido sabe sin duda que en Fernández Bermejo tiene la horma de su zapato». Y regalito al cesante: «López Aguilar, catedrático de Derecho Constitucional, ha sido un ministro que se ha hecho notar algo menos de lo justo en la judicatura».
Margarita Sáenz Díez, en El Periódico, aprieta la tuerca: «Las coincidencias de fondo entre la vicepresidenta y el nuevo titular de Justicia serán de mayor calado que las mantenidas con el ministro saliente». Más truenos en el frente progubernamental: La derecha judicial espera en pie de guerra al nuevo ministro, asegura La Vanguardia.
Juan José Millás, desde El País, manda su ¿sutil? envite al ministro: «Al salir del trabajo, un coche que se había saltado un Stop me embistió por la derecha. El conductor iba bebido, no tenía carné y conducía un vehículo robado. Lo denuncié y fuimos a los tribunales, dándose el caso de que el juez, pese a las evidencias señaladas, absolvió al culpable. ¿Cómo puede ser esto?, pregunté sin dar crédito. Pues esto puede ser, respondió el magistrado, porque usted es de izquierdas y a los jueces de derechas nos ha tocado corregir el déficit de poder político que sufre Rajoy. Y si dice una palabra más, duerme en la cárcel».
Por su parte, Ignacio Camacho propone en ABC: «Si en vez de fiscal hubiese sido futbolista, Mariano Fernández Bermejo sería uno de esos defensas centrales leñeros, expertos en la marrullería y el juego duro. (...) El presidente ha decidido abordar el tramo final de la legislatura jugando al límite del reglamento».
Concluye ayer, en un editorial, EL MUNDO: «Todo ello suscita la duda sobre si el socialismo de rostro humano preconizado por Zapatero está involucionando hacia un nuevo felipismo que patrimonializa las instituciones para destruir al adversario».
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