Fernando Lemoniez departía tranquilamente con Jesús del Pozo. Algo más allá, Modesto Lomba hacía lo mismo con Angel Schlesser. Ana y Oscar, María Lafuente y Anke Schlöder formaban otro alegre grupo a pocos metros. Díez lucía su barba, Antonio Alvarado charlaba con los amigos, David Delfín y Juan Duyos se acercaban a saludar a Leonor Pérez Pita...
La última mencionada es la directora de Pasarela Cibeles. Todos los demás, y varios otros, hasta llegar a 35, son los diseñadores que van a participar en la 45º edición de Pasarela Cibeles, que se celebrará la semana que viene en el parque del Retiro.
El certamen arranca el lunes y, para ir poniéndose en situación, los participantes se reunieron ayer en la Casa del Reloj. La anfitriona, la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Esperanza Aguirre comenzó por dar la bienvenida «a los mejores diseñadores de moda de España», esos talentos que integran una pasarela que ya es «la cuarta en importancia, tras Milán, París y Nueva York».
A Madrid le cabe el orgullo, además, de haber dado ejemplo a estas mecas de la moda en la instauración de medidas para evitar que jóvenes demasiado delgadas fuesen el ejemplo a seguir.
En la anterior edición de la Pasarela se decidió que se pesaría y mediría a todas las modelos que contratase Cibeles para calcular su índice de masa corporal y que no subiría a la pasarela ninguna chica que no llegara a 18, el mínimo que la Organización Mundial de la Salud considera que debe tener una persona sana.
Entonces hubo cierto revuelo. Y aunque aquella decisión, recordó Aguirre, en un primer momento pudo no ser muy bien aceptada en algunos sectores, sí agradeció su apoyo tanto a los diseñadores como a la dirección de la pasarela madrileña.
Pero ése «fue el primer paso de un gran pacto social entre 200 organizaciones para luchar contra los trastornos alimentarios». Con esta alusión, Aguirre se refería al Pacto Social de la Comunidad de Madrid contra los trastornos del comportamiento alimentario, la anorexia y la bulimia.
«Queremos que nuestras modelos sean altas y esbeltas», aseguró la presidenta de la Comunidad, pero no que su aspecto sea enfermizo, para no fomentar trastornos de salud. Y que éstos no se promovieran «con el dinero del contribuyente», además.
Otros acontecimientos, ahora de fronteras para afuera, han ido dando la razón a Madrid: la presidenta recordó que la medida de controlar la imagen que las modelos ofrecen al público, en la que Madrid ha sido pionera, la han secundado «pasarelas muy importantes».
Pero comer no sólo es salud; también es un placer. Así pues, y en cuanto a ingestión se refiere pero también por su carácter de arte, la comida y la bebida se vinculan también a la Pasarela, y las delicias de la buena mesa se convierten en la novedad de la edición que ahora comienza.
«Hemos querido la unión de moda y gastronomía en el terreno común de la creación», aseguraba Aguirre. Y el buen comer se acercará a Cibeles de la mano de 35 chefs. Cada uno de ellos, en estrecha colaboración con uno de los creadores, elaborará un plato inspirado en su estilo y manera de concebir la moda. Estas interpretaciones culinarias «alegóricas» se plasmarán más adelante en un libro que se titulará Recetario Pasarela Cibeles 2007. Moda y gastronomía, que verá la luz dentro de unos meses.
Y para beber, nada como el vino blanco «seleccionado en una cata ciega por expertos del Consejo regulador de Vinos de Madrid», en cuyo envase, una botella de diseño, figuran los nombres de todos los creadores que enseñarán sus modelos entre el lunes y el viernes.
«Queremos que esto sea un escenario internacional de moda y gastronomía», declaraba la presidenta. «El origen de ambas es humilde: nutrirse y abrigarse; pero cuando una sociedad progresa cultural y materialmente la moda y la gastronomía se acaban convirtiendo en manifestaciones de arte y cultura».