Raúl insistió en que su hermano «usa bastante» el teléfono y, con su habitual humor, añadió: «Y por suerte a mí no me llama; llama a [vicepresidente Carlos] Lage, llama a Felipe [Pérez Roque, ministro de Asuntos Exteriores]...».

El también ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) se ha referido públicamente en muy escasas ocasiones al tema de la salud de Castro. Pero esta vez Raúl, al encontrarse con la prensa que le esperaba después de su recorrido por el pabellón de editoriales argentinas, indicó: «Ya sé que me van preguntar por la salud de Fidel».

Las palabras de Raúl Castro son las primeras declaraciones a la prensa extranjera que ha hecho sobre la salud de su hermano Fidel desde el 31 de julio pasado, cuando lo reemplazó temporalmente en el poder a raíz de una enfermedad del aparato digestivo no revelada de forma oficial. Fidel Castro, de 80 años, no aparece en público desde el 26 de julio.

La última imagen del Comandante, vestido con ropa deportiva, apareció en un vídeo difundido por la televisión local el pasado 30 de enero durante un encuentro celebrado entre el octogenario líder cubano y el presidente venezolano, Hugo Chávez.

Mientras Castro permanece, según el lenguaje oficial, en un «período fértil de reposo creativo», su hermano Raúl tuvo que estrenarse al acudir, como presidente provisional, a la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Cuba justo en el momento que se ha abierto un delicado debate político en el sector de la cultura local.

Por eso la ceremonia en la fortaleza colonial de San Carlos de La Cabaña tuvo una doble lectura. El acto visible representó la apertura oficial de la Feria Internacional del Libro en Cuba, dedicada este año a Argentina. El episodio soterrado, a su vez, escenificó el interés político del Gobierno de La Habana por reparar el profundo daño causado en las filas de la intelectualidad isleña en los años 70, a consecuencia de una política cultural que tenía como estandarte el binomio del dogmatismo y la homofobia.

Durante el mes pasado se produjo el inédito suceso de que intelectuales de la isla sostuvieran un apasionado debate a través de correos electrónicos sobre la excluyente política cultural del llamado quinquenio gris (1971-1976), que condenó al ostracismo en vida a figuras de la literatura, música y el teatro, en algunos casos, sólo por el hecho de ser homosexuales.

La chispa que incendió tal polémica fue la supuesta resurrección de tres ex dirigentes de instituciones culturales de aquella década que permanecen registrados en la memoria colectiva como emblemas. Los tres fueron entrevistados por la televisión oficial.