DAVID SEATON
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, hay un 90% de probabilidades de que el «efecto global de las actividades humanas desde 1750 haya sido el calentamiento» del planeta. Ahí está el meollo de la cuestión, «desde 1750». Eso es tanto como decir que toda la Revolución Industrial, que a su vez encarna todo lo que queremos decir con la palabra «moderno» y especialmente con la palabra «desarrollo»..., nos destruye.
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Como un ejemplo de esta nueva conciencia, pensemos que los dos idearios de la «modernidad» supuestamente más antitéticos, el capitalismo y el marxismo son, desde el punto de vista del calentamiento global, únicamente las dos caras de una misma moneda. Discuten sólo cómo se ha de industrializar y quién va a llevarse los beneficios, pero ninguno de los dos se cuestiona ni por un momento la industrialización en sí ni el desarrollo que supone. Y éstas son precisamente las cosas que pone en entredicho el calentamiento global.
Un oyente escribió a la BBC: «¿Quién va a decir a 1.000 millones de personas que no pueden tener automóvil ni aire acondicionado?» ¿Sólo 1.000 millones? La población mundial se compone de 6.000. Alguien va a tener que ponerle el cascabel a ese gato y al mismo tiempo proponer un planteamiento equitativo para ese mundo post-post-todo. Algo así como los náufragos que se ven obligados a compartir sus provisiones en un bote salvavidas. Es difícil imaginar que mientras la mayoría afrontará terribles privaciones, unos pocos pudieran seguir viviendo como hasta ahora sin que eso llevara al caos universal. Un ejemplo de cómo podría ser el futuro: la India tiene una «nueva clase media», anglófona, experta en informática y orientada hacia el consumo, y como señala la BBC, esta clase media «tiene dos veces la población de Alemania», pero alrededor de ellos, 300 millones de indios viven con menos de un dólar al día. El 45% de los niños indios menores de cinco años están mal nutridos. Debido al incremento de la población y de las sequías, el agua subterránea de la India se agota y no se repone. Y, también, según cita The New York Times, el primer ministro Manmohan Singh afirma que la renaciente guerrilla maoísta es el mayor desafío para la seguridad interna al que la India se ha enfrentado nunca.
Parece haber una disyuntiva palpable entre la gravedad apocalíptica que promete el calentamiento de la tierra y los remedios propuestos. Una sensación de irrealidad y solemne imbecilidad coral, que recuerda al humor de los Monty Python. Por ejemplo, la gran idea de Bush para combatir el calentamiento global es lanzar espejos gigantes al espacio. Esto es Monty Python en estado puro. Un espejo gigante en el espacio, ¿quizá para que Dios se afeite? Esta originalísima sugerencia de Bush resulta especialmente inquietante cuando se produce casi simultáneamente con el descubrimiento de que el gran promotor de la Guerra de Irak, Paul Wolfowitz, el director del Banco Mundial que, según su propia definición, «ofrece créditos, asistencia y recursos personalizados a más de 100 países en desarrollo», no puede permitirse el lujo de comprarse unos calcetines nuevos. Nunca nos habían contado que el Apocalipsis iba a ser de risa.
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