Campo Amor / Pedro Carrero, Ana Infante y Carlos Guzmán
Seis novillos de Campo Amor, correctos de presencia y de buen juego en general. Los peores, el deslucido tercero, el inválido quinto y el bronco sexto.
Pedro Carrero: una oreja (estocada corta) y ovación tras aviso (estocada y cinco descabellos). Ana Infante: ovación tras aviso (estocada atravesada y seis descabellos) y silencio tras aviso (estocada atravesada y siete descabellos). Carlos Guzmán que debutaba con picadores: ovación tras aviso (bajonazo y cuatro descabellos) y silencio tras dos avisos (estocada atravesada, siete descabellos y el astado se echa).
Plaza de toros de Valdemorillo, dos tercios de entrada.
VALDEMORILLO (MADRID).- Los responsables de la calefacción del coso cubierto de Valdemorillo se olvidaron ayer de darle a la tecla por lo que, por momentos, volvieron las tardes de frío a la Feria de San Blas. Menos mal que estaba allí Pedro Carrero para caldear el ambiente a base de buen toreo ante el primer novillo de la tarde. El madrileño lo pasó con temple por ambas manos en una faena larga, muy bien rematada con los aceros y premiada con un merecido trofeo.
La interpretación del toreo de empaque y calidad que poseé este torero continuó en el cuarto, al que hubiera cortado otra oreja de no haber fallado con el descabello. No obstante, Carrero hizo de largo lo mejor del festejo.
Ana Infante se encontró en segundo lugar con un novillo colorao con un gran pitón izquierdo. Empezó la madrileña por el lado derecho y por eso las primeras tandas no fueron del todo lucidas. Cambió la cosa al pasarse la muleta a la otra mano y fue cuando Infante logró dos tandas de naturales de calidad. Falló reiteradamente con el descabello y perdió la oreja.
El quinto fue un inválido que estuvo más tiempo en el suelo que de pie y Ana Infante nada pudo hacer.
Carlos Guzmán debutaba con caballos, estrenando un terno de lujo burdeos y oro al que no le faltaba detalle alguno. Cómo han cambiado los tiempos... El madrileño lo dio todo en tan especial cita aunque acusó los nervios con las banderillas y en la faena a su primero que, aunque fue más complicado, le enganchó en exceso.
El sexto fue un cuajado novillo que tuvo una pésima lidia por parte de la cuadrilla de Carlos Guzmán. El astado llegó bronco a la muleta del diestro que, sin embargo, templó los nervios que le impidieron triunfar en su primero y logró arrancar un buen puñado de naturales, muy cruzado, de gran mérito.
Cuando todo parecía indicar que pasearía la segunda oreja del festejo tras dejar una estocada en lo alto, el novillo no cayó y de nuevo el reiterado fallo con el descabello se convirtió en protagonista para hacer que perdiese el merecido premio y que, además, sonasen dos avisos que terminaron de enfriar al personal, que tuvo que aguantar más de dos horas y media de festejo.