FRANCISCO CABEZAS
«No me interesa si es independentista, falangista o comunista.Lo que yo busco es compromiso». Luis Aragonés argumentó de este modo la convocatoria de Oleguer Presas (Sabadell, 1980) para que participara en un picnic con el combinado nacional en 2005.Resta saber si el futbolista ha sabido mantener impoluto ese compromiso con los entes que permiten publicitarle a diario.
En ese Estado de Derecho que el defensa del Barcelona tantas veces cuestiona, todo ciudadano es libre de pensar y opinar lo que le venga en gana, por absurdo o extravagante que pueda parecer.Sólo faltaría. Aunque, como representante de una de las instituciones más importantes de Cataluña, Oleguer debería medir las consecuencias que pueden acarrear sus impresiones políticas en el club que cada mes le paga religiosamente un jugoso jornal, producto de ese sistema capitalista que con tanta saña suele criticar. Kelme, ante el peligro de efectos colaterales en sus ventas, ya le ha dado la espalda al central.
De Oleguer, licenciado en Económicas y estudiante de Humanidades, hay que admirar, por supuesto, que sus inquietudes vitales no mueran con el pitido final de un árbitro. Insaciable promotor de las selecciones catalanas y declarado antisistema, Oleguer presentó su libro Camí d'Itaca -escrito junto al poeta Roc Casagran- en una casa okupa. Un espacio que poco tiene que ver con la concurrida sala de prensa del Camp Nou.
Buena parte de la directiva del Barcelona, con Joan Laporta a la cabeza, se puso de los nervios cuando supo que Oleguer había utilizado la mediática imagen que le proporciona el club para defender cuestiones que nada tienen que ver con la práctica deportiva.Eso es lo que sucedió el pasado martes, cuando Oleguer habló de su artículo La bona fe, en el que comparaba la situación del etarra De Juana Chaos con las concesiones hechas al ex guardia civil Rodríguez Galindo o Rafael Vera, ex secretario de Estado, excarcelados por motivos de salud.
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