Domingo, 11 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6265.
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EEUU / El periodista Josh Wolf lleva 170 días encarcelado por «desacato» judicial / Se negó a entregar el vídeo que grabó durante las protestas por la cumbre del G8
El 'blogger' entre rejas
CALOR FRESNEDA. Corresponsal

NUEVA YORK. - Josh Wolf tuvo la virtud -o la mala suerte- de estar en el lugar indicado y en el momento apropiado. Con su inseparable vídeo, infiltrado en un grupo de anarquistas durante la manifestación contra la cumbre del G8 en San Francisco en 2005, pudo captar la revuelta desde dentro, ofrecer las imágenes a una televisión local y difundirlas luego en su propio blog sin saber lo que le esperaba.

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Meses después recibió un requerimiento judicial para testificar ante un Gran Jurado Federal, creado para investigar los incidentes de violencia callejera. Wolf se negó a entregar las imágenes alegando el derecho al secreto profesional y a proteger sus fuentes.

El juez ordenó su encacelamiento por «desacato» y ahí sigue, al cabo de 170 días, en la prisión de Dublin, Califonia. A sus 24 años, el reportero independiente y blogger ha entrado ya en la reciente Historia como el periodista estadounidense que más tiempo ha pasado encarcelado en el ejericicio de su profesión. Salvo que el juez William Alsop dé un improbable volantazo, Wolf seguirá en «custodia coercitiva» al menos hasta el mes de julio.

Su caso, hasta ahora relegado a la blogosfera, ha saltado a primera plana gracias a la denuncia de grupos como Reporteros Sin Fronteras, el Comité para la Protección de los Periodistas o el Centro para los Medios y la Democracia, que han levantado la voz contra las amenazas contra la libertad de expresión y las «tácticas agresivas» usadas en los últimos años contra los periodistas.

La ex reportera del New York Times Judith Miller pasó 85 días en prisión por negarse a revelar sus fuentes en el caso de la agente secreta de la CIA Valerie Plame. Los periodistas del San Francisco Chronicle Lance Williams y Mark Fainaru-Wada fueron arrestados en septiembre por «desacato» al negarse a dar explicaciones por una filtración relacionada con la investigación por el uso de esteroides en atletas de primera fila. La periodista Sarah Olson, citada como testigo en la corte marcial contra el oficial pacifista Ehren Watada, estuvo a punto de convertirse esta semana en otra mártir de la información (el tribunal militar se disolvió por «juicio nulo»).

«Es inconcebible que en una democracia se encarcele a los periodistas por el ejercicio de su profesión», denuncia Lucie Morillon, portavoz de Reporteros Sin Fronteras. «En los últimos años se están produciendo violaciones sistemáticas del derecho al secreto profesional, bajo la excusa de la seguridad nacional. El resultado es un miedo creciente entre los periodistas».

«En el caso de Josh Wolf, se trata sin duda de un uso desproporcionado de la justicia», añade Morillon, que estos días recorre los pasillos del Capitolio en compañía de la madre del periodista, Liz Wolf Espada, recogiendo apoyos para la causa. Liz recorre el país repartiendo camisetas y números especiales de Freedom Now, la publicación consagrada la liberación de su hijo, con extensión en la red (www.JoshWolf.net), donde pueden leerse las últimas noticias del caso y el blog que escribe el periodista entre rejas.

La madre coraje está convencida de que detrás del encarcelamiento de su hijo hay «una campaña de intimidación contra los periodistas instigada por el fiscal general (Alberto Gonzales)» y dirigida sobre todo contra reporteros y bloggers independientes que intentan abrirse paso en la nueva galaxia informativa.

En una de las últimas entradas a su blog desde la cárcel, Josh Wolf explica cómo la cinta de vídeo que le reclaman «no contiene ninguna información relevante para la investigación» (el intento de quemar un coche de policía durante la manifestación contra el G8). Wolf afirma que ha ofrecido al juez William Alsop un visionado privado del material y reitera su sospecha de que se trata de «un intento para identificar a disidentes políticos».

«Muchos me preguntan que por qué he decidido sacrificar mi libertad personal», escribe Wolf. «En una democracia, el papel de los medios es hacer preguntas y exigir respuestas al poder. La prensa libre no puede servir como un extensión del Departamento de Justicia».

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