Domingo, 11 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6265.
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TRADICION / QUEDAN POCOS Y SE LOS COMEN
¡MENUDA BURRADA!
MATARON DOS ejemplares machos para hacer un gran festín con 400 comensales en el pueblo de Sort. El lema: «Si llevas dentro el burro catalán, haz que tu sueño se haga realidad; cómetelo». Ecologistas y otras voces arremeten contra una fiesta gastronómica que ya parecía cosa del pasado en la zona del Pirineo leridano
JOAN HERNANDEZ

Nadie quiere dar sus nombres ni su pollina historia. A lo más que llega en Sort, ese pueblo del Pirineo leridano famoso por la Bruixa lotera, es a decir que no eran burros catalanes, los guará catalá, especie protegida. «Eran dos machos de burro común», dicen. Esa fue su condena. Los burros sin nombre no tenían pedigrí. Después vino la fiesta, con 400 comensales moviendo mandíbula. Los dos animales, convertidos en longanizas y estofados. Dicen que es cosa de tradición pallaresa. Por San Blas, burro comerás.

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El reclamo funcionó. «Si eres una de aquellas personas que lleva el burro catalán dentro, haz que tu sueño se haga realidad; cómetelo», rezaba el cartel de la I Festa del Ruc de Sort. Para algunos, puro nacionalismo caníbal. No en vano el burro, frente al toro españolista de Osborne, es un símbolo catalanista.

Con la especie en franca regresión en toda España -de la raza catalana apenas se cuentan 300 ejemplares-, meter al burro en el caldero, algo más propio de los tiempos de hambruna de la posguerra, ha recalentado la polémica. Y revuelto algunas conciencias. Y paladares.

«Sólo de pensar en el pobre animal, no lo quise ni probar. Aunque mi esposo, que se atiborró de estofado de burro, lo encontró delicioso e intentó varias veces que yo lo probara...». Lo que para Carme, una de los 400 asistentes, fue cosa casi estomacal, para el regidor de la administración de Loterías Bruixa d'Or, Xavier Gabriel, roza el territorio de los principios. Su correo quedó colapsado con emails de protesta de toda España. «Ni por casualidad asistiría a un ágape de este tipo, no soy vegetariano ni macrobiótico ni nada por el estilo, pero considero un error comer carnes de ballenas, aletas de tiburón, oso panda u otros animales que se hayan cocinado en épocas de carestía o por necesidad...».

Contra el ritual empiezan a proliferar pegatinas en las que los que aparecen en el caldero, en lugar del burro, son los cocineros. No entiende tanto alboroto el presidente de La Xicoia, Josep Castellarnau, la organizadora. La popular asociación gastronómica, apadrinada por Sergi Arola, está integrada por media docena de restauradores que pretenden potenciar y recuperar la cocina tradicional, sin hacer ascos a ingredientes tan poco comunes como la magra del asno. «Hace 15 años que hacíamos este festín en la vecina Llessui durante la Fiesta Mayor. Toda la vida aquí se ha consumido el burro común, al igual que en algunas zonas de Italia donde con su carne se hacen embutidos y nadie ha abierto la boca. En los menús de los restaurantes del Pirineo muchas veces encontramos potrillo y ninguna persona o entidad ha protestado nunca», explica Castellarnau.

Las voces más críticas han llegado desde Ecologistas en Acción. Cómo devorar así una especie en regresión, han venido a decir. La réplica, del presidente de un grupo verde de Lleida, Ipcena, Joan Vázquez: «Se trata simplemente de un animal de cuatro patas, como un caballo. Además se trataba de burros comunes, no del catalán, el protegido...». Este ecologista se pierde por la boca: «Una buena longaniza de asno ha de llevar un 80% de carne de equino y un 20% de tocino. Toda una delicia». O una burrada.


EL CARNICERO.

La sociedad gastronómica La Xicoia, que está apadrinada por Sergi Arola, encargó a un carnicero de la zona que sacrificara dos burros para dar longaniza y estofado a 400 comensales. Es la primera vez que la fiesta se lleva a Sort. Llevan 15 años celebrándola en un pueblo vecino.

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