SI. Si uno se encuentra mal, deprimido, depresivo, y quiere ponerse peor, en grado insoportable hasta decir basta, hay que leer al mejor en su género. El maestro en el arte de la infelicidad es Émile Cioran, quien murió en la cama como buen suicida teórico tras una larguísima enfermedad. Dentro de la enorme producción literaria de este filósofo de la desesperación hay una obra, editada por Tusquet en 1996, titulada El libro de las quimeras, que quizás nunca leyó Érika pero sintió hasta lo más profundo de su alma cándida y sensible. La diferencia entre Cioran y Érika es que aquél era un profesional del pesimismo que vivía gozosamente de él y, en cambio, el cáncer del pesimismo se había adueñado del cuerpo y la mente frágil de la joven Ortiz: sin capacidad de teorizar ni de vivir ni de reír por dentro ni, finalmente, de respirar. Habla Cioran de «esos hombres (mujeres) que se han suicidado por la impaciencia del paraíso». Maldice Cioran la soledad del ser humano cuando escribe: «Maldito sea el momento en que la vida empezó a cobrar forma y a individualizarse, ya que desde entonces empezó la soledad del ser y el dolor de ser solamente tú, de estar abandonado». Alecciona Cioran sobre el destino final de todos, alegres y tristes, al recordar cuando Felipe II llamó a su hijo y heredero junto a su lecho de muerte y le dijo: «Te he llamado para que veas dónde acaba todo, hasta la monarquía», lo cual, en el contexto de la triste noticia de la semana, encaja para la Familia Real. Una quimera es aquello que se presenta en la imaginación como posible y real sin serlo. Érika, ahijada de Cioran, no creía que la felicidad fuera una quimera y luchó por ella hasta perecer. La engañó otra quimera sin camino de regreso: el suicidio.

¿UNA ACIAGA CASUALIDAD?

SI, y nada pudimos hacer. El suicidio de una persona joven es un fracaso colectivo que te hunde en la desolación sin ser nada tuyo. Por esto, maldita la gracia que adquiere la página 3 del Magazine de hoy con esquela incluida. Hace tres semanas, los dibujantes Idígoras y Pachi decidieron prescindir de «Alicia, la institutriz de Letizia». El martes 6 ya estaban impresos los 600.000 ejemplares. El miércoles se distribuían por toda España para llegar a su cita de hoy. Por la mañana saltó la noticia de la hermana pequeña de Letizia. Ya nada podía hacerse salvo sentir un poco más dolor por la aciaga coincidencia.

¿HAY OTRA COINCIDENCIA?

SI, ésta de signo político: que fuera precisamente The Times donde se publicara la exclusiva de la huelga de hambre de De Juana Chaos, con fotos y entrevista. Este periódico es propiedad de Rupert Murdoch, uno de cuyos consejeros es José María Aznar. El presidente del Gobierno más letal para ETA, víctima él mismo del zarpazo terrorista, tuvo que ver cómo su periódico servía de altavoz mundial de propaganda para el etarra sanguinario. «Con asombro y profundo pesar», escribía Aznar el viernes una carta a The Times.

¿LA JUSTICIA AJUSTICIADA?

SI. La imagen de la Justicia está bajo mínimos cuando el jueves comienza uno de los juicios más importantes en la Historia de España, el del 11-M. ¿Quién cree hoy en la independencia de los jueces? ¿Quién siente que la justicia es ciega, igual para todos, con su venda; equilibrada, con su balanza, y contundente como su espada? El paradigma de este estado de confusión se exhibió en el programa del Loco de la Colina. ¿Qué hacía allí Garzón, juez de la Audiencia Nacional, dando lecciones políticas en prime time, dictaminando sobre la autoría del atentado del 11-M («es seguro que no fue ETA») diez días antes del juicio, y con signos de mentir al justificar por qué fue en la lista de Felipe cuando creía (ahora resulta que no) que FG era la X del entramado mortal del Gal? ¿Cómo vamos a confiar así en los jueces?

¿AL TROTE, AL TROTE?

NO, al galope. España salta en las piernas del presidente del Gobierno como si fuera un bebé a punto de reír y a punto de llorar. Primero al trote, luego al galope, al galope, y de aquí al suelo. El mismo diario El País comenzaba un editorial el jueves escribiendo: «Están ocurriendo demasiadas cosas y demasiado deprisa». Zapatero nos quiere llevar muy deprisa. Lo peor no es no saber dónde sino que tampoco él lo sepa. El miedo, el estupor, la indignación, la incertidumbre provocan exhibiciones de atributos como banderas e himnos de una España contra otra, que es exactamente la misma.

¿ESTE TÉ ME MATA?

SI, piensan los españoles cuando, al llegar a Inglaterra para hacer un curso, obsesionados con aprender inglés, se tragan el té por si acaso. Pues el espía Litvinenko fue envenenado con polonio diluido en un té en Piccadilly. Esta tetera sirvió durante días para otros clientes. ¿Pasó usted por allí?

¿PERVERSO COLECCIONISTA?

SI. Una prostituta que tumbó un Gobierno británico en los 70 acaba de confesar el trabajo más extraño que hizo: meterse en un ataúd, vestida sólo con unas medias. Su cliente, el millonario y refinado J. Paul Getty, disfrutaba así. A ella le daba más gusto el medio millón. miguel.a.mellado@elmundo.es