AGNESE MARRA
Tiene miedo, nervios, mucha responsabilidad». Así se siente Espartaco, en palabras de su mujer, Patricia Rato, una semana antes de salir a la madrileña plaza de Vistalegre. Pese haberse retirado de los ruedos, no es extraño ver a Juan Antonio Ruiz, 44 años, vestido de luces siempre que una causa solidaria lo llama. Desde que se cortó la coleta, hace seis años, ha toreado en 52 corridas para donar los beneficios a diferentes proyectos de cooperación. El de Espartinas, al frente del escalafón de las causas altruistas. Todo un torero benéfico.
Lo que recaude el sábado, cuando se enfrente a novillos de su propia ganadería, se destinará a mejorar la vida de 1.700 niños de Soyapango, El Salvador. Un evento bautizado como el Festival Taurino de la Fundación Padre Arrupe que Espartaco organiza desde hace cuatro años. «Es su manera de sentirse útil, sólo lo hace por los problemas que le tocan el corazón», dice su esposa.
Pero la Fundación Padre Arrupe tiene aún un significado más especial, familiar. En 1992, el tío de su mujer se marchó a El Salvador a emprender un proyecto basado en la educación infantil. Juan Antonio le admiraba mucho, vio cómo se hacía la primera escuela y después de estar en el país empezó a colaborar con el tío Arrupe. La presidenta de la Fundación, suegra del torero, al principio no estaba convencida de crear un festival taurino para recaudar fondos, pero cuando Espartaco dejó los ruedos y se ofreció a encargarse de ello, acabó por decidirse. Hoy, el evento es el principal sostén económico de la fundación.
Un año más esperan poder colgar el cartel de no hay billetes. Llenar un aforo de 13.000 personas supone poder darle una educación al 50% de los niños de Soyapango.
Enrique Ponce, Jesulín de Ubrique, Pepín Liria, El Cid y los novilleros Miguelín y Miguel Tendero ayudarán a Espartaco a cumplir el objetivo. «Él sabe que sus compañeros se juegan la vida por amistad y se angustia más», dice Patricia Rato.
Durante esta semana se retirará a su finca de Sevilla para entrenar día y noche. Así lo explica su esposa: «Quedarse solo en el campo y trabajar mucho es su única seguridad en la plaza, así se lo enseñó su padre y a eso ha dedicado su vida».
Entradas a la venta en la Fundación Padre Arrupe (902 196 721), El Corte Ingles y la plaza de toros de Vista Alegre
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