TAU CERAMICA 72
REAL MADRID 74
Prigioni (12)
Rakocevic (13)
Vidal (4)
Scola (15)
Peker (2)
Splitter (9)
Erdogan (11)
House (3)
Arslan (3)
Teletovic (-)
Tunceri (7)
C. Smith (3)
M. Tomas (6)
Hervelle (2)
F. Reyes (15)
Sekulic (8)
R. López (2)
Bullock (17)
Milic (6)
H. Sonseca (8)
J. Martín (-)
s.c.
Arbitros: Arteaga, Pérez Pérez y Perea
JOSÉ MARIA MARTIN CARPENA. 10.200 ESP.
Eliminados: Scola, Teletovic, Splitter, House, Hervelle, Bullock y Raúl López.
Estadística: Tiros de dos: 13/29 (44%)-21/39 (53%). Triples: 6/21 (28%)-2/14 (14%). Tiros libres: 28/36 (77%)-26/35 (74%). Rebotes: 29 (18+11)-32 (18+14). Asistencias: 13-7.
MALAGA.- El tablero, recuadrado en rojo. Ha acabado el tiempo pero palpita taquicárdico un duelo eterno. Hay un balón en el aire, todo posible aún, y en ese vuelo vive una final de Copa del Rey. Sergi Vidal acaba de soltar la pelota desde detrás de la línea de triple, tras fintar a los dos jugadores del Madrid que aletean a su alrededor, que se vuelven con los ojos en órbita para seguir la trayectoria del balón. Más de 10.000 personas acuerdan que no es momento de respirar, total será un segundo hasta que el esférico baje o suba el pulgar para el Tau. El emperador de este juego se estrella contra el hierro, y el bloque baskonista acepta el desenlace. Ahora sí, el encuentro terminó, como debe, como merece.
El baloncesto es demasiado intenso como para decidirse desde la triste línea de tiros libres, con todos los jugadores parados en un deporte de velocidad, de explosividad, eléctrico. La semifinal reclamaba otro colofón. Por ejemplo, que un jugador, en el último suspiro, tenga la oportunidad de reventar el choque. Así fue; lo justo con una cita de baloncesto, y de boxeo, con apuntes de ballet, con francotiradores de élite, con los dos mejores equipos de la ACB en competición. El líder de la Liga y las gentes de Vitoria, vigentes campeones, enfrentados durante 40 minutos, que son 2.400 segundos. Todos se disputaron. La pelea comenzó incluso antes.
En el pórtico de la cancha, al lado del toldo azul que oculta a los chicos en su camino a la pista, se reúnen los del Madrid, juntan manos, y uno de los españoles sugiere: «Vamos a demostrar que somos los primeros». No afirma, que sería soberbia, tampoco duda, que se entendería como cobardía. Se plantea como una obligación de cada día. No hay regalos a este nivel. «Un, dos, tres, Madrid», se cierra ese improvisado cónclave que dice bastante. Porque el Madrid venció por unión, en un acto heroico de supervivencia, donde sobrevivió a sí mismo.
Agresividad. Se acortó, reducido a unas cifras alejadas de la norma del año. Su recorrido por la temporada ha mostrado la constante de la comodidad. Venció mucho y por mucho. Y en la Copa ha descubierto los partidos horquillados, cuando el rival hostiga y persiste. Así el Gran Canaria, así el Tau, una amenaza muy superior, por la agresividad de su defensa, en los límites de lo legal, y por el empuje de sus figuras. En el arranque Scola, a quien una tablilla de parqué le basta para ganar ventaja, secundado por Erdogan, a su manera impulsiva. Ocho puntos consecutivos del turco hicieron brotar el temblor contrario (31-21, min. 13).
Esa ventaja confirmaba el punto de partida de un Madrid que se presentó con Bullock en el banquillo, se encontró como bienvenida un 7-0 y perdió la iniciativa, la situación en la que se ha habituado a vivir estos meses. Con el partido alfombrado de espinas, corría peligro. Tenía que superar una prueba añadida, un arbitraje algo ladeado de principio contra el grupo que comanda Joan Plaza. Ya en la primera parte sufrió dos antideportivas, eludibles. En el exceso de pito, motivado por unas defensas incisivas, el Madrid se vio más dañado en sus piezas fundamentales. Dos titulares, Felipe Reyes y Hervelle, se marchaban al banquillo con tres faltas personales antes de llegar al minuto 16, y al volver del descanso, el belga agotaba sus reservas en 100 segundos. No obstante la acumulación de lastres, el colectivo de la capital siguió empeñado. Falto de continuidad, picoteó de aquí y allá, haciendo la goma, cada vez más cerca de consumar la remontada.
Tuvo opción Charles Smith con un triple (51-50, min. 27), pero erró, como Milic desde el tiro libre, con empate a 60. A la frustración le seguía otra intentona. La superioridad en el rebote le invitaba a probar, hasta alzar los brazos, a poco más de tres minutos de la conclusión, gracias a Bullock (66-68), que en la siguiente acción desaparecía por la quinta personal. Siete jugadores llegarían a ese límite, lo que indica el alto ratio de golpes y explica que se lanzasen 71 libres. En ese ir y venir, el Real Madrid, esplendor defensivo, que tuvo seco al oponente más de cuatro minutos, incorporaba alguna canasta en juego para mantenerse cuatro arriba (68-72) en el minuto definitivo. Dos fallos, primero Tunceri, luego Felipe Reyes, concedieron una bola extra al Tau. Sergi Vidal no supo. Madrid-Barça en la final, los dos clásicos del fútbol, que también son los del basket. Se repetirá el emparejamiento de 2001, cuando Gasol.