Los aficionados meticulosos habrán reparado en la figura de Tarragó, al final del banquillo, puro muelle para celebrar las canastas o animar a gritos la defensa. Campeón de Liga con el TDK Manresa en 1998, pasó después cuatro años en el Joventut, regresó una temporada a casa, y ahora sirve al equipo de Plaza, con quien coincidió en La Penya.

En el Real Madrid asumían que jugarían tres partidos en tres días en su camino hacía el anhelo copero, incluso antes de conocer los horarios definitivos. Una tremenda exigencia, como confirmaba Edu Hernández-Sonseca tras la victoria sobre el Tau de ayer: «Está siendo durísimo, con un gran desgaste». Para poder soportarlo se ideó una planificación especial, con sus riesgos. «Sabíamos que podíamos hipotecar algunos partidos, pero ha salido perfecto, porque seguimos venciendo y nos encontramos bien físicamente. Tenemos que sentirnos contentos», señala Tarragó. El equipo blanco no se ha ido al monte a correr, método más propio de Dusko Ivanovic, el rival esta tarde. La preparación se ha hecho en la pista, incrementando la duración de los entrenamientos, acentuando la intensidad o sumando repeticiones en los ejercicios, en una progresión que se ha frenado esta semana para presentarse en Málaga con los músculos descargados.

El Real Madrid ha sido el conjunto con menos horas de reposo. Su emparejamiento del viernes concluyó pasadas las 23.00 horas. Cuando los jugadores se metieron en la cama, después de cenar y de hacer tratamiento con los fisioterapeutas, eran las dos de la madrugada. Ayer volvió a cerrar la sesión y hoy se medirá al Barcelona, que arrancó el torneo el jueves, descansó el viernes y finalizó su encuentro de semifinales tres horas antes de la victoria del Madrid, que, además, ha soportado mayores agonías. «Ha sido un choque increíble, aunque casi siempre hemos ido por detrás en el marcador, hemos demostrado carácter», coincidían Felipe Reyes y Charles Smith, luego de asegurarse la final. Marko Tomas, que ayer sí participó, apuntaba otra clave: «Nuestra defensa nos ha dado frutos en los minutos finales». Porque el conjunto llegó con pulmones, pese a los temores de Louis Bullock.

El escolta estadounidense alertaba, en una entrevista con este diario, previa a los cuartos de final: «Cuando se produjo el sorteo, lo que yo quería era jugar el jueves. En Zaragoza, cuando llegamos a la final, el Unicaja nos arrolló porque estábamos muertos». Sin embargo, Tarragó tranquiliza: «La fatiga no creo que resulte determinante. Si las cosas funcionan con normalidad, salvo alguna lesión o que alguien se cargue de faltas, no tenemos que sufrir el desgaste físico, llevamos mucho tiempo trabajando bien».

Joan Plaza estableció parámetros muy altos en el arranque estival, y el bloque tomó tal velocidad que protegió la adaptación de los internacionales en el Mundial de Japón. «Tengo que ser honesto. Para mí, es un mérito del entrenador, que ha sido exquisito. Ha conseguido que no se pierda el tiempo; cada segundo de trabajo se orienta a algo concreto. La compenetración con él es total, los jugadores se han dejado ayudar, quieren, y las rotaciones son fundamentales», remata el preparador físico. Los hechos avalan su teoría: Bullock ha disputado 14 minutos menos de Copa que Navarro, con el que se las verá, cara a cara, esta tarde, con una Copa en juego.